En Sueño Profético decían:
No hay quien sufra
más por Dios, que el que tiene contacto con el Cielo. Estos sufrimientos son
gigantes si se comparan con los que el hombre llama sufrimientos. Tienes que
coger el sufrir pensando en el Cielo. Dios no quiere que devuelvas el
sufrimiento, ni que midas, aunque puedas, el sufrir que a ti te hicieron.
¡Pero, qué sufrir
más grande es ver que a Dios ahí no Lo adoran como Lo adoran en el Cielo!
De momento se vio
la Gloria y mucha gente de rodillas. Sólo se veían de medio cuerpo, de cintura
para arriba. Se veía que estaban de rodillas por la inclinación del cuerpo y
por tener las manos cruzadas. Todo se veía sin suelo, y lo veías normal. Pero
luego, ya despierta, queriendo esto recordar,
veía el sufrir tan grande que el hombre a Dios le daba, al no buscar
esta Fuente con Agua de Eternidad, que con poca que bebiera, el sufrir achicaba
ya.
Desperté, oí:
Se veían de medio
cuerpo, pero cuerpo no tenían.
Es que, de espíritu
a espíritu, imagen no necesitan.
Pero cómo explicar
sin imagen, sin volumen y sin que oigas hablar.
¿Qué dice luego tu
espíritu para que el cuerpo lo entienda?
Daban alabanzas a
Dios, Pastor del rebaño de la Tierra.
Se oía:
“Señor, también los
que estamos en la Gloria Te hicimos sufrir”.
“Te alabamos,
Señor, por los que desprecian tus Palabras en la Tierra, que tus Palabras
siempre son Salvación”.
“Te rogamos por los
vivos, para que vivos lleguen a la Gloria”.
Esto es lo que
quisieran los Elegidos que se oyera en la Tierra: alabanzas y rogativas.
En las alegrías y
en las penas.
Este es el gran
sufrir que tiene el que, Dios trae a su Gloria, sin materia.
Querer que alaben a
Dios, tengan el sufrir que tengan.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C4
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