En Sueño Profético decían:
Si el hombre pensara en Dios,
se
taparía la cara avergonzado.
Si el hombre pensara en Dios,
se
acabarían los pecados.
¡Son
muy pocos los que piensan!
Otro
dijo:
Yo seguiré este relato:
Los pocos que piensan en Dios,
éstos si van destapados,
éstos si dejan sus manos
con su propio movimiento,
una para cada lado,
con ese aire contento:
cuando una ha avanzado,
la otra está en espera,
caminando
sin pecado.
Éstos son los pocos hombres
que a Dios sienten a su lado,
que van andando contentos,
cada brazo por su lado,
pero que llevan el ritmo
de
una vida sin pecado.
Ya está escrito el bueno,
el hombre que siempre ha amado,
el que a Dios lleva de amigo,
aunque
no toque su Brazo.
Ya verás la diferencia
del que vive en el pecado:
Lo verás siempre en berrinche,
por bien que tenga a su lado,
y los brazos los pondrá
muchas veces igualados,
pidiendo cuentas a Dios
por no haber antes pensado:
¡Si yo no merezco nada!
¡Si yo soy el que debo
de vivir avergonzado,
que vivo en suelo de Dios,
y amontono los pecados,
y me da para el sustento
y lo gasto sin pensarlo,
que del sustento me sobra
y debería guardarlo
para dárselo al que pide
que
yo sea perdonado!
Desperté, oí:
Este Escrito es de conciencia,
para
leerlo y pararte.
Estas últimas palabras:
¡Para dárselo al que pide
que
yo sea perdonado!
¿Cuántos que saben la vida
que hacen con los pecados,
le
piden Perdón a Dios?
El que se vea enfermo
y sus chicos sin comer,
se le viene a la memoria
que
no se acuerden de él.
Y si en Dios se confía,
Perdón
Le pide por él.
Si el hombre pensara en Dios,
la cara se taparía
de ver esta gran ofensa
que
a Dios hace noche y día.
El que no hace pecados,
camina con alegría,
y al ritmo que dan sus brazos,
el
pecado se retira.
Y su cara descubierta,
siempre
mirando hacia Arriba.
Libro 4 - Te Habla El Profeta - Tomo I - C3
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