miércoles, 12 de octubre de 2022

Dios, cuando hace las cosas, las hace a su manera

En Sueño Profético decían:

La mayor Gloria de Dios es que lleguen al hombre sus Hechos y que el hombre los coja como si los contara Dios Hijo.

Dios continúa viviendo entre el hombre y comunicándose a la carne que Él elige, dejando a este espíritu sin mando ni poder. Ya, en esta carne, vive otro Espíritu, cumpliéndose las Palabras que Dios dejó dichas antes de entregar su Espíritu al Padre: “…y vendrá mi Espíritu”. Éste no vendría con materia. Él dijo: “…mi Espíritu”. Ya contaba con una carne que el Padre le dijera y Él al Padre le propusiera. Antes propuso y luego mandó. Éste es Dios Padre, al que conocieron como Hijo y Hombre, pero era un solo Espíritu, que a este Espíritu es el que dijo que mandaría. ¿Cómo puede extrañarle a ningún cristiano que Dios hable en una carne, si ya fue anunciado por el mismo Dios Hombre?

Dijo Santiago:

Yendo un día con el Maestro a predicar y a enseñar del Amor al Prójimo, nos emparejamos con unos cuantos carros que iban a la trepa de un cerro a oír al Maestro. Viendo unos que el Maestro y nosotros tirábamos por el monte arriba, se bajó del carro uno e insistió que subiéramos. Fue Matías a aceptar, y rápido dijo el Maestro:

   Matías, a los cinco que se han ido andando delante de nosotros, les ofrecieron carruaje, pero como sitio no había para los ocho que quedábamos, no lo aceptaron y se bajaron. Hoy la predicación es para aprender a amaros los unos a los otros. Si aparecemos sin cansancio, ya no es amar como a ti mismo.        

Quedamos los siete viendo el rostro cansado de los cinco, y volvió a decirnos:

   Sé que todos estáis viendo la misma visión, porque mi Padre Me lo ha hecho ver a Mí.

Cuando llegamos al sitio, se habían juntado los carros primeros y los segundos; habían hecho un redondel para que la gente que iba a oír al Maestro estuviera resguardada, y para facilitarnos a los doce algo que necesitáramos, ya que el Maestro siempre decía: “…hacedlo con mis Discípulos, que es hacerlo con el Maestro”.    

Desperté, oí:

Dios quería que oyeran la predicación en el momento que aparecieran los ocho.

Quería que al que enseñara, practicara la Enseñanza.

Los carros fueron sin ellos, y ruedo allí les hicieron.

Los primero se bajaron porque Dios iría andando.

Si los primeros aceptan, los segundos no desprecian.

Los primeros despreciaron por lo mucho que amaron.

Los dueños de aquellos carros se miraron asombrados, cuando todos iban andando.

A los dueños de los carros hubo quien les preguntó: ¿cómo se han venido andando?

La contestación fue esta: Dios, cuando hace las cosas, las hace a su manera.

***

Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - Cierre del libro

1 comentario: