En
Sueño Profético decían:
El día
pasado tuviste momentos de alegría y momentos de pensar: “Señor, ¿qué hago?, si
no soy yo la que a esta Grandeza le da Mando. Señor, que tu Ministro, el que
para este Caso es el número uno, ponga Esto lo primero y piense en las Palabras
que ha oído, que le ha dicho el Elegido, pero que han sido dichas por Dios.
Tiene que quitarle preferencia a las cosas que quedan en la Tierra, que éstas
luego las disfrutará el que a Dios no haya querido”.
Dijo
un espíritu de la Gloria:
Este
Elegido, todo su tiempo es para ir dando alegrías, todas con mando del Cielo,
que son las que ves crecer en pocos momentos. Pero para ver crecer el bien que
vas haciendo, tienes que amar mucho a Dios en los dos sitios de tu cuerpo, por
fuera y por dentro. Por fuera, cuando caridad vas haciendo. Y por dentro,
cuando recibes sin protestas el sufrimiento, que aquí es donde más se ve el
Amor que va por dentro.
Decían
en la Gloria, que al Ministro de Dios que para este Caso es el número uno, tus
palabras más le llegan cuando está su presencia sola. Estas Palabras hace falta
que las oiga mañana. Haz momento para poder leerle el Mensaje.
El
Ministro de Dios que defiende al que representa, que coja estas Palabras con
alegría y piense que Dios lo necesita para que defienda estos Mensajes, que son
dichos por Dios en su Gloria.
Desperté,
oí:
No
dejan en la Gloria de repetir estas Palabras que dictan:
No
debería extrañarle al hombre, que en el sitio que la Palabra de Dios han
quitado, tirándola a la basura, Dios hiciera temblar la Tierra.
Y al
cuerpo del que lo ha hecho, le entrara una enfermedad que el medicamento se
negara a entrar en él.
Éste
ha sido uno de los peores desprecios que a Dios le han hecho.
El
haber hecho esto, teniendo el Elegido los documentos que tiene, quita el
silencio a tan gran pecado.
Si
piensas dónde se encuentran estas Palabras, se te quita el sueño y a Dios le
dices: “Señor, ¿qué hago?”.
Esto,
sin Amor, no puedes comprenderlo.
Porque
ves normal que a Dios no quieran y den desprecio.
Mucho
se oía en el arrobo: “Se ve más que Dios es Dios, por amar, y pudiendo, no
castigar, con un castigo que todos fueran viendo”.
Se oía
también: “Señor, queremos quitarte sufrimientos”.
***
Libro 55 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IX - C1
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