En Sueño Profético hablaban del Mando de Dios y del Poder en el Mando, de la fuerza del que lo lleva, cuando ya le han dado el Mando, cuando ya le han dicho ve, cuando ya orden va andando, cuando el mismo que la da va delante de ese Mando. Esto es cortina de fuego que separa los dos bandos, el del que quiere este Mandar, y el del que quisiera el fracaso porque en contra de Dios va.
Dijo uno:
Dios Hombre, cuando mandaba a sus Discípulos, siempre les ponía esta cortina, que sin haber fuego como Aquí se dicta, el Poder de Dios los separaba, y atacaban con la ira, pero no de acción, por quedar como fiera que amarras al tronco. Los dejaba unas veces dormidos; otras, sin oír ni ver, les ponía los sentidos en quietud, muertos. Esto eran unas formas de que vieran el Poder suyo en el Mando del Mandato.
Dijo otro:
Un día iba yo con Juan, su Discípulo, y venía el Maestro con el resto de los demás y con otros que con frecuencia Lo seguían. Se paró el Maestro en un sitio que se conocía –para entenderse los que se citaban para ir juntos– por el nombre de “El bosque del silencio”. Pues allí se paró el Maestro, y señalando a una gigante palmera, dijo:
“¿Cómo querer compararse estas hierbecillas que al tronco cercan, con esta fuerte palmera que su copa busca al Cielo y su raíz empuja con fuerza? Pues la raíz de la palmera no tiene ninguna fuerza comparada con el “Ve” que Yo mando”.
Y mirando todos la palmera, se veía subir.
Desperté, oí:
¡Qué seguridad da Dios
cuando manda su Mandar!
Fue seguro que mandó
a la raíz “enterrá”.
¡Cómo va dejando Mando
a aguas muertas, “estancás”!
El que Dios le da su Mando,
lleva Mando y Libertad.
Y es tronco que vas mandando
con una mano “na” más,
porque Dios lo va guiando.
Por eso, el que sea de Dios,
debe conocer el Mando.
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Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C8