En Sueño Profético decían:
No hay quien vea a Dios sin haber pasado grandes sufrimientos.
Dijo uno:
Si el sufrimiento lo coges y lo escondes, ya estás a Dios defendiendo, y en este defender ya ves a Dios contigo. Y es que, si no has pasado sufrir, no te acuerdas del que está peor que tú. Y en este acordarte, ves a la Virgen cómo abrazó el sufrir que su Hijo permitió que el hombre Le hiciera. Sufrir, que no hay madre que mayor sufrir pasara ni pase. Esto no fue muerte, fue destrozar Su Carne.
Yo, cuando oía hablar de sufrimiento, nombraba a esta Madre Virgen, cómo aceptó y abrazó la Carne rota de Su Hijo. Por dejar Dios Su permitir al hombre, Ella fue elegida como Primer Sagrario de Dios. Si no pasa este sufrir, no puede enseñar en su pedir.
El que Dios elige tiene que enseñar a recibir sufrir. Que esta Enseñanza es acercarse y querer más a Dios con esta petición: “Señor, que yo sirva para achicar sufrir; que mis palabras sean tuyas, y serán medicamento, y ya el sufrir se achica y a Ti te buscan”.
Desperté, oí:
Cierto que amando mucho a Dios, enseñas a llevar sufrir y a decir: “otros hay mayores”.
Yo no me retiro de Ti, porque no sería vida no acercarme en mi sufrir.
Y puedo ir enseñando que para que te hable Dios tienes que sufrir haber pasado.
Sin pasar este camino, tu consejo es de enemigo de Dios.
Sufre mirando al Cielo y más a Dios queriendo.
Y en este pedir sin palabras, Dios el sufrir te lo aparta.
Sufrimiento aceptado en silencio y guardado, piensa: “Dios viene a mi lado.
Y me quitará sufrir cuando yo haya enseñado”.
***
Libro 40 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C5