En Sueño Profético decían:
Valora el hombre
lo que es para el hombre,
y no valora lo
que es para Dios.
Da trofeo a lo que no sirve
y esconde lo que sirvió,
que tanto le sirve al hombre
para entrar en
la Gloria de Dios.
Todo lo que hagas para Dios,
ya lleva un
valor Eterno.
Todo lo que hagas para el hombre
es un valor pasajero,
de unos años o de un tiempo,
que aquello tiene su época,
que luego pasa a la Historia,
y sube o baja el valor
según los
historiadores.
Dijo uno:
El hombre lo cambia todo,
lo que sus fuerzas alcanzan.
Lo que no puede cambiar
es todo lo que
Dios Manda.
Este Mando de este Dios,
si lo entiendes, no te manda,
quiere que vivas pensando
que esa vida ahí se acaba,
que pongas en primera fila
aquello que dé ganancias
y que traigas hacia Arriba,
y le quites la importancia
a aquello que
Aquí no sirva.
Que puede que esto
que Aquí no viene
te quite a ti la Gloria
con los homenajes del hombre,
los títulos y las apariencias.
Desperté, oí:
Ponle valor a la silla
y no a la
marca que lleva.
Que la silla sin la marca
te puedes
sentar en ella.
Pero ¿qué haces con la marca
si la silla se
te niega?
Pues figúrate no cuidar
todo lo del espíritu
y no darle valor
antes que al cuerpo,
que es
materia.
Valorar algo que hicieran las manos,
que pocas, muy pocas veces,
te estás de
Dios acordando.
Estás pensando en decir:
“Esto es mejor que aquello,
soy un intelectual,
soy un hombre de talento,
mi nombre ya quedará
en museos y
monumentos”.
Valora lo que tú veas
que dobla el valor
Aquí en el
Cielo.
Lo demás es un valor
corto, triste
y pasajero.
***
Libro 22 - Investigaciones a la Verdad - Tomo III - C6
Me ha encantado lo de la silla
ResponderEliminarEn que poquitas palabras y de forma Magistral deja la etiqueta en el suelo y le da valor a la silla que para eso la hicieron.