miércoles, 9 de diciembre de 2020

El Perdón de Dios

En Sueño Profético hablaban dos mujeres de sus pecados, cuando pecado tuvieron. Contaban de otras pecadoras que vivían contentas con su pecar, y que hoy no están con ellas.

Ya dijo una:

Hay veces que el pecado se vive

por falta de no pensarlo,

por falta de no decir:

“Esto que estoy haciendo

no es un camino honrado.

Por esto que estoy haciendo

me tiene que venir algo malo”.

Ya dijo la otra:

Tú sabes que mis pecados

fueron más graves,

pero yo nunca pensé

en castigo que del Cielo me viniera.

Si yo pienso en el castigo,

hoy no refiero esta escena

que Aquí refiero contigo:

Treinta y tres años no los contaba

cuando un día salía yo por mi puerta,

y con el hombre que yo hablaba,

me paré, y miré al Cielo

–que nunca esto yo hice–,

y si te digo que fue…,

fue un pensar a Dios quererlo

y ofrecerme para Él

en obras y Amor al Cielo,

y dejar mi mal vivir,

y poner en mi puerta un letrero:

“Ya no sigo en el pecado.

Odio le tengo al dinero.

Odio le tengo a mi cuerpo”. 

Y a Dios mil veces le dije:

“¿por qué no lo has dejado muerto?,

¿por qué no quedé sin habla

antes de cundir veneno?,

¿por qué no perdí mis brazos

cuando apartaba a los hombres

de aquellas mujeres santas”.

Cuando ya me quedé sola,

lloré un llanto sin lágrimas.

Aún me daba vergüenza

por si creía Lo engañaba.

Yo ya llevaba algún tiempo

que algunas noches cerraba

mi puerta con los cerrojos,

y a los golpes, me callaba.

Estaba en cruz, de rodillas,

y mi cara bien mojada.

Pero eso era poco

para que Dios me perdonara. 


Desperté, oí: 


Fue la mirada en el Cielo

la que bajaba el Perdón.

Fueron los llantos en silencio

los que le daban valor

cuando el pecado con fuerza

la retiraba de Dios.

Ella lloraba y quería

hacer una vida buena.

Pero oía los golpes

y la llamada en su puerta,

y a Dios llamaba llorando.

¡Dios mío!, que no me mueva,

que mis rodillas las clave,

aunque crean que estoy muerta.

Ella pedía el Perdón

porque quería ser buena.

Dios le manda su Perdón

y le hace que abra la puerta.

Y el Amor encendido,

que Dios manda que se encienda,

al hombre manda a su casa,

y sin pecar ya se queda.

Si pides a Dios Perdón,

esto sin abrir la puerta,

ten por seguro que Dios

la abre cuando tú quieras.

***

Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C3

1 comentario:

  1. La Bondad de Dios no pierde un segundo para Perdonar
    Qué poesía que nos brinda el Mensaje narrando la vida de esta mujer
    que de pecadora en un momento se hizo Santa
    Y Santa será por toda la eternidad por haber querido amar

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