En Sueño Profético
decían:
Si buscas la Paz, buscas a Dios. Si la Paz no quisieras, no
serías cristiano.
Dijo el Maestro en una de sus Enseñanzas:
“Os preguntarán si
sois cristianos, por las obras que hagáis y por la Paz que vayáis dejando, por
el Amor que envuelvan vuestras obras, por la caridad que recibe el que ayuda tú
le has dado”.
Estas Palabras fueron oídas por mí a Dios Hijo cuando
enseñaba a sus Discípulos y a hombres que su Enseñanza querían.
Dijo otro:
Cierto es que la caridad arropa, cuando es caridad hecha por
Dios. Un día, yendo yo por el campo con un amigo mío, vimos a un carrero que se
le cayó la bestia, volcando el carro de yerba que grande altura llevaba. Ya íbamos
en su ayuda, cuando se adelantó otro hombre, el cual creíamos que era para
ayudarle. Antes de intentar levantar la bestia, fue a insultarlo porque decía
que no le mandaba bien al animal. Más de una vez se oyó:
–¡Animal, tú
deberías tirar del carro!
Fue llegar nosotros, y dejó su mirada clavada como
pidiéndonos algo. Ya nos dimos cuenta de que se encontraba enfermo. Se sentó en
el suelo y apenas se le entendía:
–Ya salí de casa
malo, pero tengo que llevar el jornal a aquellos hijos chicos y a mi mujer, que
siempre está enferma. A mí, el médico, no me dio un mes de vida, y ya voy
viviendo cerca de un año. Ya se me va pasando algo, pero me entra una cosa, que
todo lo veo nublado, y luego, un dolor grande al pecho, y ya no sé lo que hago.
¡Tal vez lleve razón en lo mal que le mandé al mulo!
Allí se quedó silencio hasta para el vuelo de pájaros. Ya,
el que venía conmigo, lo contrató para llegar todos los días a su casa a
recoger el jornal que él le daría, y que éste sería crecido. Le dijo:
–No se lo mando,
para que siga trabajando. Ya, con ir a cobrar, hace un trabajo, para que no
diga que está sin faena. En mi casa siempre habrá alguien esperándolo para
pagarle lo que nunca la haya nadie pagado. Si algún día no pudiera ir, mande a
su hijo o a su mujer, que yo, igual le pago. Pero me gustaría no dejar de
verlo. Además del jornal, cuente con un ruego diario, que yo haré a Dios para
que vaya a cobrar y yo tenga que pagarlo.
Desperté, oí:
Esta es la caridad
que Dios manda que se haga.
Lo insulta sin caridad,
sin saber que era enfermo
y tenía que ganar jornal.
El que conmigo venía,
primero miró al hombre,
lo vio enfermo y que caía.
A él también le dolieron
las palabras que oía.
Y tan sólo piensa en Dios,
para ponerle jornal.
Dios le manda el “Sí” de Gloria,
aumentando capital.
Ya tenía a otros antes,
pagando sin trabajar.
***
Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C4
Cuánto recuerda esta caridad tan bien hecha a la que veíamos hacer a Anita día por día!!
ResponderEliminarQue Ella no tenía ni uno ni dos, si no que tenía a muchos a los que socorría
El Amor, si es de Dios, perfuma obras y palabras