No podía dormirme, a pesar de que
era bien tarde, pensando estas palabras. Quería retirarlas y otra vez las tenía
en mi pensamiento:
“Señor, se me está quitando la
lástima del que sufra cuando le llegue el momento y me pida para que yo Te pida
por él. Cuando él podía haber puesto su cargo y su dinero a tu servicio, por
ser tuyo todo”.
“Si este pensamiento no es del
Cielo, que se me quite”.
En Sueño Profético contestaban al espíritu:
Si la frialdad y el desprecio al
Mando de Dios, tú lo defendieras, viéndolo bien, ya no serías mandada por Él.
Tú aceptas, porque Dios permite.
Tú das mando, porque primero han ido a ti. Y tú desprecias y alabas. Desprecias
al que puede, con facilidad, presentar estos arrobos y divulgarlos. Y alabas al
que se pone al Mando que da Dios, sin protestas y aceptando.
Dijo uno:
Tiene que ir viendo el hombre que
el Elegido va dando cambio y cogiendo otros caminos. Pero en todo es de Aquí el
Mando.
A más quieran poner protestas y
disculpas a esta Llamada de Dios, más ensuciarán su conducta y más se alejarán
de Dios.
Desperté, oí:
El hombre que pudo hacer,
por su cargo o su dinero,
esta divulgación y no la hizo,
¿cómo lo recibirá,
en un momento de angustia, el
Elegido?
Éste no manda en él,
pero su sentir le dice:
“aquello tienes que hacer”.
Cuando vuelvan al camino,
ya el camino no estará.
Y verán que van primeros
los últimos que llegaron,
porque quisieron a Dios
y Le pidieron su Mando.
El hombre,
aunque no quiera,
tiene que ser censurado
cuando oiga la pregunta:
¿porqué no hiciste su Mando?
***
Libro 21 - Te Habla El Profeta - Tomo III - C3
Uno de las peores equivocaciones que tumban espiritualmente a la humanidad es creerse dueña de lo que administra.
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