En Sueño Profético decían:
El
que Dios habla en él, todo lo hace distinto a como lo hace el hombre. En la
Caridad es donde mejor lo ves. Esta Caridad es pura actuación de Dios, es dar
por Amor a Dios, dar con tanto Amor, que te sientes avergonzado y engrandeces
al que recibe. El que recibe espera con alegría, no el salario, más la Palabra,
Palabra repetida por el Comunicante y ya dicha por Dios.
Dijo
uno:
Yo
vi dar una limosna a uno que Dios le hablaba, que la dio con tanto Amor, que
tuvieron que detenerse todos los que por allí pasaban. No se pararon al ver
cuando la limosna daba, se pararon al oír lo que el que recibió hablaba.
Esto
lo refería el necesitado con el que se paró:
Aquel
hombre que va allí me ha preguntado:
–Tú no tienes jornal porque tu cuerpo no
puede trabajar, ¿verdad? –éste tenía los pies doblados para adentro, y una
mano, igual.
–No, vivo de lo que recojo.
–Pues ya no vivirás dando lástima a los que
a Dios no aman. Toma esta carta, que más es documento, y siempre tendrás tu
salario.
Esta
carta decía estas palabras: “Por los servicios que en tiempos me hiciste, tengo
que pagarte tal cantidad mientras vivas. Si yo muriera, ya te pagará el que me
sigue”. Éste confiaba en que ya Dios le hablaría a otro, y seguiría dándole el
salario que Dios le mandaba.
Desperté, oí:
Él
sabía que Dios mandaría a otro, pero que amara.
Dios
cogería otro Lugar que obedeciera su Mando.
Dios
le diría: “Ten y da”.
Y
lo diría de forma que Lo vieran a Él.
Dios
manda el salario con su Lugar, pero también con sus Palabras.
En
la mayoría son más deseadas las Palabras que el salario.
El
salario lo da cualquiera; las Palabras sólo Dios.
La
caridad que hace el hombre no tiene comparación con la Caridad que hace el que
Aquí trae Dios.
***
Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - C5
Estos Mensajes son los que hacen sentir hambre de Dios, hambre de imitar a su Elegido, hambre de llenar la Gloria.
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