miércoles, 3 de febrero de 2021

El pastor de los pastores

En Sueño Profético vi el campo, y uno dijo:

Yo fui pastor de pastores. Yo empecé a guardar el ganado con diez años. Guardé vacas, cerdos, cabras y, por último, corderos. Ya, una vez que entre ellos me vi, no cambié jamás. Estos animales son puñaditos de Cielo. Primero voy a contar tan sólo algo de mi soledad en mi vida, desde mi niñez:

No conocí a mis padres. Los dos murieron estando yo con unos tres años. El manigero o arrendatario de la finca donde trabajaban mis padres, y su mujer, se quedaron a mi cuido. Éstos querían mucho a mi madre por el sufrimiento que siempre llevaba consigo, por el mal trato que recibía de mi padre. Primero murió ella, y antes del año, él. Y ya fueron mis padres todos los que cariño me daban. Dicen que a mi madre más le preocupaba a la hora de morir, mi padre, que yo, aunque mi cariño mucho más fuerte lo acunara. Dicen que repetía estas palabras: “Señor, queriendo más a mi hijo, siento más el irme contigo, por su padre. A mi hijo le darán cobijo, y a él lo despreciarán por su mal comportamiento. ¡Ya me lo dijo su madre cuando yo la vi muriendo...! Esto mismo dijo ella: “Si alguno ha de morir, Señor, que no muera ella, que entonces él no se salvará, porque sin ruegos se queda”.

Esto fue mi vida, y yo vivía feliz al recordarla. Esto lo recordaba cuando pastaban los corderos. ¡Son estos animalitos de una Paz tan en silencio…! ¡Son de un acariciar, que te ponen en contacto con el Cielo! Ellos me hacían pensar si mis padres me estarían viendo y les mandaban a los borregos aquel pastar en silencio. Yo les decía a otros pastores, que yo había observado a las cabras y a los corderos, a las vacas y a los potros, y que ningunos pastaban como lo hacían los borregos. Los anteriores referidos, comían con ansiedad, se cabeceaban queriéndose robar lo que tenían medio metro más allá, se daban trompadas, se daban mordiscos, y ya te quitaban la Paz. Cuando contaba yo esto, los pastores que me oían, razón me daban de más, y me pusieron de nombre: “El pastor de los pastores”.

Desperté, oí:

Los corderos me decían,

con sus caricias y su Paz,

que mis padres en la Gloria

no dejaban de rogar.

Mi madre se fue primero,

porque Dios así lo quiso

y ella lo pedía en sus ruegos.

Su primera petición

era para su marido,

para que Dios lo volviera igual

que antes de coger el mal camino.

Los caminos del pecado,

que él decía que eran su sino.

La lana de los borregos

me quitaba pesadillas,

y me abrigaba con ellos.

“El pastor de los pastores”

fue el nombre que me pusieron.

***

Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C4

1 comentario:

  1. Que preciosidad de Mensaje!!
    Que historia más conmovedora!
    Gracias Dios mío que nos mandas estas bendiciones en Palabras!

    ResponderEliminar