domingo, 25 de abril de 2021

El chiquillo

En Sueño Profético hablaban unos, contando la soledad de los Discípulos cuando ya quedaron sin su Maestro. Éstos que hablaban, vivieron con Dios Hombre en la Tierra y conocían mucho del Maestro y de sus Discípulos. Habían convivido muchos de ellos. Habían pasado alegrías y sufrimientos. Dos de éstos que hablaban, levantaron sus casas dejando aquel vivir y se presentaron en el sitio que vivía el Maestro, María y José, que más era la casa de José y María por estar el Maestro tantas horas fuera de ella dando la Enseñaza que ya bajó del Cielo. Aquí se dictan dos hechos de cuando ya no hubo Maestro:

Iban tres de ellos hablando, pero tristes y cansados. Yo me emparejé con ellos porque uno que conmigo venía tenía amistad con el Maestro, y a ellos, más que yo los conocía. Éste les peguntó:

   –¡Ya vais cansados y no ha llegado la mitad del día! ¿Qué será cuando salga la luna?

Uno miró y contestó, ya un poco menos cansado:

   –¡No, si de cuerpo vamos sin trabajo! Es que antes de salir, unos hablando del Maestro y los otros oyendo, íbamos pesando también que quién habrá quedado con duda de que no fuera Dios… ¡Si sólo su Presencia alimentaba, dando fuerzas a tu espíritu y viendo todo con resplandor!

Ya siguieron andando con la fuerza de su Presencia.

Otro día, había un hombre parado con un chiquillo, y éste le estaba diciendo:

   –Tú, cuando ya seas hombre, habla de lo que yo te digo que me pasó con el Maestro; cuenta lo que todos lloramos en casa cuando ya se nos fue al Cielo; cuenta de los milagros y de aquel día que puso su Mano en tu cuerpo, y tus huesos, sin dolerte, te dieron su movimiento. Si esto no lo contaras, es peor que estar tullido antes de que Él te tocara.

Y chiquillo y padre lloraron abrazados al cuello.

Desperté, oí:

Este padre amaba a Dios antes de que Dios y Maestro tocara al chiquillo.

Fue el Maestro el que le dijo:

Mañana voy a tu casa”.

Este niño, a los dos años,

deja de mover sus piernas.

Y once acaba de cumplir

cuando el Maestro llega.

Los padres veían sufrir

a otros más, en la pobreza,

y Le hablaban al Maestro

para que al sitio fuera.

Son dos hechos diferentes

los que dictamos Aquí:

La pena de los Discípulos,

y el caminar y seguir

viendo quién amó al Maestro,

y viendo al que Le ayudó a morir.

Y el padre que enseña al hijo

a que mucho hable de Dios,

no sólo de los prodigios.

Quería que no olvidara

la muerte que Le dio el hombre,

el hombre que a Dios no amaba.

El que amaba iba andando,

sin saber el por qué andaba.

***

Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C4

1 comentario:

  1. Es para meditar, el tener a Dios a tu vera y después solo recordar.
    Ahora lo tenemos en la Eucaristía que es su Cuerpo Realmente presente y lo tenemos en Espíritu y en Palabra como se puede ver en Estos Mensajes.

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