En Sueño Profético
hablaban unos, contando la soledad de los Discípulos cuando ya quedaron sin su
Maestro. Éstos que hablaban, vivieron con Dios Hombre en la Tierra y conocían
mucho del Maestro y de sus Discípulos. Habían convivido muchos de ellos. Habían
pasado alegrías y sufrimientos. Dos de éstos que hablaban, levantaron sus casas
dejando aquel vivir y se presentaron en el sitio que vivía el Maestro, María y
José, que más era la casa de José y María por estar el Maestro tantas horas
fuera de ella dando la Enseñaza que ya bajó del Cielo. Aquí se dictan dos
hechos de cuando ya no hubo Maestro:
Iban tres de ellos hablando, pero tristes y cansados. Yo me
emparejé con ellos porque uno que conmigo venía tenía amistad con el Maestro, y
a ellos, más que yo los conocía. Éste les peguntó:
–¡Ya vais cansados
y no ha llegado la mitad del día! ¿Qué será cuando salga la luna?
Uno miró y contestó, ya un poco menos cansado:
–¡No, si de cuerpo
vamos sin trabajo! Es que antes de salir, unos hablando del Maestro y los otros
oyendo, íbamos pesando también que quién habrá quedado con duda de que no fuera
Dios… ¡Si sólo su Presencia alimentaba, dando fuerzas a tu espíritu y viendo
todo con resplandor!
Ya siguieron andando con la fuerza de su Presencia.
Otro día, había un hombre parado con un chiquillo, y éste le
estaba diciendo:
–Tú, cuando ya seas
hombre, habla de lo que yo te digo que me pasó con el Maestro; cuenta lo que
todos lloramos en casa cuando ya se nos fue al Cielo; cuenta de los milagros y
de aquel día que puso su Mano en tu cuerpo, y tus huesos, sin dolerte, te
dieron su movimiento. Si esto no lo contaras, es peor que estar tullido antes
de que Él te tocara.
Y chiquillo y padre lloraron abrazados al cuello.
Desperté, oí:
Este padre amaba a Dios antes de que Dios y Maestro tocara
al chiquillo.
Fue el Maestro el que le dijo:
“Mañana voy a tu casa”.
Este niño, a los dos años,
deja de mover sus piernas.
Y once acaba de cumplir
cuando el Maestro llega.
Los padres veían sufrir
a otros más, en la pobreza,
y Le hablaban al Maestro
para que al sitio fuera.
Son dos hechos diferentes
los que dictamos Aquí:
La pena de los Discípulos,
y el caminar y seguir
viendo quién amó al Maestro,
y viendo al que Le ayudó a morir.
Y el padre que enseña al hijo
a que mucho hable de Dios,
no sólo de los prodigios.
Quería que no olvidara
la muerte que Le dio el hombre,
el hombre que a Dios no amaba.
El que amaba iba andando,
sin saber el por qué andaba.
***
Libro 13 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo II - C4
Es para meditar, el tener a Dios a tu vera y después solo recordar.
ResponderEliminarAhora lo tenemos en la Eucaristía que es su Cuerpo Realmente presente y lo tenemos en Espíritu y en Palabra como se puede ver en Estos Mensajes.