Quedé dormida pensando: “Quiero
dormir y quiero estar despierta”.
En Sueño Profético decían:
En la carne enferma, el mejor
medicamento es que la Presencia de Dios no falte en acción o en palabras. Donde
no hay Presencia de Dios, no puede haber caridad.
Dijo uno:
Con la Presencia de Dios ves la
caridad antes que la acción, y ya no piensas, porque esta enfermedad hay que
con desprecio tratar. En la carne enferma, el trato hace que el medicamento
haga mejor cumplimiento. Sin caridad no puedes visitar al enfermo, y tus manos
sujetas para que no lleguen al cuerpo. Para tratar al enfermo tienes que
ponerte tú en la cama que él está puesto; o en el lugar de un ser querido, que
sólo con pensarlo te notas enfermo.
Desperté, oí:
Sin la Presencia de Dios,
decían en la Gloria
que tu presencia le daba al enfermo
otro dolor.
Que este dolor de espíritu
era peor.
Deberían seguir los pasos
del que tiene Aquí contacto,
y verían la Paz que deja
en el enfermo y en el sano
que al enfermo acompaña.
El hombre tiene la culpa,
el que tiene cargo y no ama,
de que a esta Grandeza Divina
le pongan cierres y vallas.
Si creyeran en Dios,
se pondrían en su cuerpo
enfermedad y dolor.
El empiezo del Mensaje
ha sido dictado en el Cielo.
***
Libro 31 - Te Habla El Profeta - Tomo IV - C5
La Presencia de Dios se manifiesta en la Paz que transmite, y la Paz es terapéutica para cuerpo y espíritu.
ResponderEliminarEn esto puedo dejar yo aquí mi testimonio.
ResponderEliminarTuve un mal grave en el que me tuvieron que intervenir de urgencia. Entramos dos mujeres a la vez en el hospital con el mismo mal, también nos operaron a la vez.
Pero mi madre, que como yo, tenía mucha fe en la intercesión de Anita, la llamó por teléfono y le pidió su oración.
Enseguida se vió la Mano de Dios obrando como habla el Mensaje.
La otra familia no eran gente de fe pero algo veían y no lo callaban, la madre de la otra decía que la diferencia era muy grande entre una enferma y otra. Y era verdad pues siendo lo mismo yo salí de allí una semana antes pero con una Paz tan grande...
Ella también se curó, pero sin fe, la enfermedad más se le complicó.