En Sueño Profético hablaban de la humildad. Decían:
La persona que se viste todos los
días con este traje, luce el modelo Eterno. La humildad lleva siempre a Dios de
Compañero. La humildad quita odios, acerca a Dios y, por consiguiente, te lleva
Paz.
Aquí cuento yo la vida de un
tendero que él y toda su familia vestían el traje de la humildad. Este hombre
tenía dos grandes tiendas. Una, de comidas –ésta estaba a la entrada del
pueblo–, y este era el gran letrero que se leía: “Tienda de comidas”. “Aquí
puede comer o llevar para en su casa guisarlo”. Allí vendían de todo. No pasaba
un caminante que allí no llegara. Y si entraba en el pueblo, se encontraba con
una gran tienda de tejidos. Y también tenía grandes siembras en el campo. Pues
este dueño de todo lo que he nombrado, era humilde, tan humilde, que todos lo
iban buscando. Era de una sencillez, que cuando alguien le preguntaba que si
era él el amo, se ponía enrojecido, y ya corriendo contestaba: “Otro pudiera
ser el dueño. Pero Dios ha querido que yo lo sea. Esto viene de mis abuelos, y
según ellos, así vivían sus padres. Va quedando en testamento –respetando
libertades–, que todo el que entre a comprar, sin Paz ni Amor no se marche. No
destrocéis esta herencia, que corra en los caminantes. Si el cajón no sube
mucho, con menos se va adelante. Que no falte la humildad. Que Dios entre al
caminante”.
Desperté, oí:
Los primero tenderos aman a Dios,
y por eso son humildes.
Un día les dio el pensar
de poner una gran tienda
donde vendieran de todo.
Allí podrían cundir
que por qué no amarse todos.
Primero daban Amor, sencillez,
y la humildad ya los presentaba.
Se conformaban en ganar
lo que perdidas llamaban.
Que las pérdidas decían
a lo que sin cobrar daban.
Cuando veían una falta,
que el estomago a la cara la asomaba,
pronto sacaban un cacharro
de caldo o de leche que
ordeñaban.
¡Venga, vaya haciendo la entrada,
que el estomago está frío!
Cuantas más salidas tenían,
más ingresos Dios les daba.
Las tiendas de los humildes,
caridad allí enseñaban.
Fue respetando el testamento,
y la tiendas agrandadas.
La humildad no puede hacer
el que a Dios le da la espalda.
***
Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C5
Humildad!!! Ahí es nada!!! Quien puede alcanzarla ya tiene la Gloria ganada.
ResponderEliminarDice un refranillo que en el centro de la tierra hay vírgenes pero humildes ni uno.