En Sueño Profético hablaban de la Vida de Dios Hombre.
Dijo
uno:
Estando
una noche en una cena de unos pudientes que al Maestro querían no como Hombre,
oímos hablar a Jesús, que su Voz nos paró la cena. Dijo uno:
–¿Cómo contar todo luego, el que aquí no
esté presente esta noche? Si soy yo, que no pierdo Palabras, ¡y temo cambiar
los textos!
–Cierto es –contestaron más de la mitad de
los invitados.
Ya
dijo el Maestro:
–Luego,
el que menos Me haya oído, más querrá saber –esto, el que Me ama–. El que no
quiere que Yo sea Dios y Me oiga a Mi mismo pronunciar mi Nombre y actuar como
Único Dios, cambiará mis Palabras para que no siga mi Enseñanza. Pero mi Padre
siempre mandará su Palabra, dicha con firmeza, a un Lugar que el hombre no
pueda detenerla. Luego se verá la diferencia de la palabra dicha por el hombre
a la dicha por Mí en el que Yo hable. En el que Yo hable, tendrá fuerza de Dios
Padre; no podrá el hombre cambiar Palabra, por no aceptarlo mi Padre. Lo mismo
que el que Me oye sabe que soy Dios Hijo por anunciarlo ya mi Padre, todo lo
dicho del Cielo lleva a Dios Hijo y a Dios Padre, y el hombre no puede
detenerlo.
Y
poniendo sus espaldas hacia atrás, buscando descanso en la silla, dijo:
–¡Hombres
necios de la Tierra, que en los mares no Me ven! ¡Hombres incrédulos, que
tienen que ver abrirse la Tierra para sentirse despojo!
Quedó
en silencio, y de pronto dijo el Maestro:
–Todos
los que estamos aquí, tenemos que continuar viéndonos. Primero se hace la
siembra, y después, coger cosecha. Ahora sembráis con Dios Hijo, y luego mi
Padre os dará recolección Eterna.
Desperté, oí:
¿Quién hablará del Maestro
mejor que los que con Él estaban
en
la mesa del banquete?
¿Quién te aclarará Palabras
mejor
que el mismo Maestro?
Todos Le hacían preguntas
cuando
Él quedó en silencio.
Cuando Él las contestaba,
todos
iban comprendiendo.
Lo mismo hablaba de mares,
de montañas, de su Padre,
de
que Él era el mismo Dueño del Cielo.
Te hablaba de su Crucifixión,
y
ya venía el silencio.
Otra vez se oía decir:
Aprended,
que no perdáis mi Reino.
Aprended a conocer
al que prepara mi Cruz
queriendo parecer bueno.
Si os preguntan quién sois,
no neguéis al Maestro,
que del Cielo soy enviado
y muy pronto voy al Cielo.
***
Libro 10 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo I - C2
"–Todos los que estamos aquí, tenemos que continuar viéndonos."
ResponderEliminarPues acaso no es igual, lo que tenemos aquí?
No son esas mismas Palabras para todo el que abraze Su Palabra dicha por Dios a su Profeta?
Primero es siembra, después cosecha.