En Sueño Profético decían:
Van a hablar la
razón del hombre y la Sabiduría de Dios:
La razón del hombre
siempre irá a la carne. La Sabiduría de Dios siempre tiene que ir al espíritu.
La razón del hombre
no piensa que se pueda condenar. La Sabiduría de Dios es para darte sitio en su
Gloria.
La razón del hombre
se olvida de Dios. La Sabiduría de Dios hace que a Dios recuerdes.
Son dos cosas tan
opuestas: lumbre en llamas y hielo en barras, que nunca pueden estar juntas,
como la llama y el ascua que va soltando la llama.
Dijo uno:
Todo lo que hace el
hombre para curar la carne, lo ve bien. Pongamos esta razón: ¿Quién vería mal
pagar un medicamento caro para quitar un dolor o para curar una enfermedad
incurable de ceguera, o de no poder andar? ¿O a un mudo que el habla le dieran,
pagando una cantidad que el mudo no tuviera? Pues seguro que, si lo vieran
pedir con un sombrero en la mano y un letrero diciendo: “Me dan el habla si me
socorren, hermanos, para pagar lo que valen las manos del cirujano y el aparato
que me ponen”, formarían un corro y
pronto tendría el sombrero lleno, y tendría que llevar a su alcance un buen
talego para vaciar el sombrero.
¡Ésta es la razón
del hombre!
Desperté, oí:
¿Por qué no hace el
hombre igual cuando esté enfermo el espíritu?
Procurar que le
llegue la medicina que le cure.
Sin que en el
momento de fiebre diga: “¡Qué caro ha sido!”
Pues, ¿por qué no
pone cuido a la curación del espíritu, sin pensar, qué caro cuesta aquello que
me han pedido, cuando el dinero lo tenga?
Si por quitar de
pecar se pagara una renta, no tendrías donde guardar los réditos que Dios te
diera.
Debes dar preferencia,
primero, a lo del espíritu, y después, a la materia.
Pero si aquí no has
llegado, iguala, y luego llegarás.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C2
No hay comentarios:
Publicar un comentario