En Sueño Profético decían:
Hoy, las peticiones que a Dios le
has hecho han sido concedidas. Ya se dicen las peticiones que a Dios le haces
en silencio cuando a la calle sales o tienes llamadas de enfermos para que
pidas a Dios curación. Pues éste es el pedir a Dios:
“Señor, el que me mire, Te vea, y
el que Te vea, no Te olvide”.
“Señor, que no sea yo la que
hable, que vean un Poder grande”.
Pues hoy y más días han dicho que
algo tiene este Elegido, pero algo del Cielo. Otros, responden: “Es que yo,
cuando oigo su voz, me siento más tranquilo, porque mis pensamientos no son
buenos y todo lo veo imposible”.
Dijo un espíritu que termina el
arrobo:
A los enfermos que hoy visitaste,
les cambió para bien su cara, cuando tu presencia estaba a su lado y las
palabras que oyeron fueron medicamento. Tienen que hablar del Libro que les has
dejado. Pues este pensamiento, Dios te lo dio para que lo llevaras al enfermo.
Desperté, oí:
Estas palabras son mucho dichas
de pensamiento: “Señor, todo el que dé el uno, Tú le das doscientos”.
El sueño ha sido corto, pero Dios
en alegrías lo agranda, y ya no importa que digas las pocas horas que duermes.
“Lo que sí pido sin cansarme es
que pronto este Mando de Dios esté extendido por todo el mundo, para que tengan
final las guerras, el hambre y el lucir el pecado con ropas que poco el cuerpo
tapan”.
“Señor, quiero dormir para que me
arrobes la vida del cuerpo, me hables y quede todo escrito”.
Todo esto es dicho en Sueño y, al
despertar, repetido.
Si el hombre creyera en Dios,
habría más Elegidos.
***
Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C7
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