Hay quien quiere a Dios por lo mucho que tiene. Y hay quien Lo quiere aunque no tenga de nada, tan sólo tiene esperanza de que estará en su compaña siempre que de Él se acuerde, y ya nada le hace falta.
Dijo uno:
El recuerdo de Dios te lo da por cargas, te da lo que necesitas y te quita los agobios de tanto como Le pides que tú crees que te hace falta.
Siempre me gustó juntarme, cuando viví con materia, con personas que se consideraban felices con lo que les daba el trabajo que como profesión ejercían, que esta felicidad se la daba Dios.
Aquí cito a un tendero que al tejado de su casa acudían los pájaros por millares para dar gracias con sus trinos a la familia que aquel techo cubría. Había más casas juntas, pero los pájaros sólo acudían a aquel tejado. Esto se fue cundiendo, y todas las mañanas acudía gente para ver esta bendición del Cielo. Hubo quien llevó a niños que estaban algún tiempo enfermos, y llamaban a los pájaros, y si alrededor volaban, ya los contaban por buenos. Si llegaban pecadores, aunque les echaran semillas, los pájaros no acudían aunque estuvieran hambrientos. Su parada allí era para distraer a los niños el rato que allí los vieran, y para que los que vivieran enfermos, enfermedad se muriera, dejando al niño corriendo o sin fiebre que tuviera. Cuando hacían sus curas sin que el hombre los viera, todos al mismo volar, marchaban para otras tierras.
Desperté, oí:
Este tendero tenía,
justo, justo, su vivir.
Los hijos y la mujer
no dejaban a nadie ir
sin algo que allí vendieran
que fuera para comer.
A los que pedían comida,
y por enfermos iban a pedir,
el marido, con su bestia,
si eran chiquillos u hombres,
le decía: “¡subirse aquí!”.
A sus casas los llevaba
y aliviaba el sufrir.
Esta tienda, se cundió,
que algo pasaba allí.
Era la conformidad
de tener ese vivir.
Era nunca desear
lo que a otro le sobraba
y su vida era pecar.
Todos vivían con Dios,
y los pájaros bajaban
dándoles su curación,
a los niños más que a nadie,
por ser ángeles de Dios.
La casa quedó sellada
por curar a los niños
para que los mayores amaran.
Los pájaros ya sabían
a donde Dios los mandaba.
* * *
Libro 14 - Dios Manda En Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C4
Es para caer en la cuenta que para ser feliz pero feliz de verdad,no
ResponderEliminarfelicidad falsa y seca, solo es menester una cosa, tener buena conciencia y la paz ya no te deja.
El mensaje no es para reformar vidas, es para reformar a todo el planeta.
Mensaje maravilloso 😍
ResponderEliminarCuanto bien están haciendo estos Mensajes a las almas.