El Profeta

En Sueño Profético decían:

Hablan de los Profetas como algo imposible que jamás existió en la Tierra, como cuento que distrae, pero la mayoría sin saber lo que es un Profeta.

Dijo un espíritu que vivió con materia, con el Mando de Dios:

No acepta el hombre ese nombre, porque palabra dicha o escrita por él se ve que es dicha por el mismo Dios. El hombre, si dicen “ahí hay una aparición sin materia”, va a kilómetros y kilómetros, para que le hablen de ella. Pero en el Lugar que dicen que Dios deja sus Palabras, y que éstas son intocables –los Dictados que aquí dictan lo demuestran–, aquí el hombre no quiere cuentas.

¿Qué nombre le llamarían al que la Palabra de Dios repitiera, diciendo: “Dios me lo dice y quiere que el Mundo lo sepa que es un solo día y una sola noche desde que bajó a la Tierra? Porque en Dios no pasan tiempos, es presente que nunca falta”.

Al Lugar que Dios coja y le diga: “que Me ves dilo, publícalo”, ¿qué nombre se le daría para quitarle el nombre como se nombra a Isaías, tan normal como se oye? ¡Si este nombre es por Dios Padre puesto a Dios Hijo que es el mismo Dios!

Desperté, oí:

¡Profeta,

que tus palabras,

cuando habla Dios en ti,

no son tuyas.

Por eso tienen la Fuerza

y se niegan al silencio

que el hombre

quiere poner en ellas.

Profeta:

nombre que escandaliza

al que no entiende,

por falta de Amor a Dios,

lo que es un Profeta.

Éste no puso nada,

hizo ofrecimiento

con su comportamiento

para que Dios le mandara.

Dios coge un Lugar,

y este Lugar

ya no puede guardar silencio

a las Palabras que allí hablan.

Ni admite reforma a nada

que de Dios vaya.

No respetará cargos

que en la Tierra hagan,

cuando quieran que se reforme

una de las Palabras

que el Padre dijo en el Hijo,

y el Hijo en el hombre hablaba.

Hablaba y habla,

porque el tiempo no es para Dios,

el tiempo es para lo que acaba.

El Profeta es maltratado

y juzgado de mil maneras.

Aunque Él dijo en la Tierra:

“Y vendrá mi Espíritu”.

Esto el hombre no lo acepta. 

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Libro 23 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IV - C5