En Sueño Profético hablaban espíritus que estando con cuerpo tuvieron Mando de Dios, comunicando al hombre lo que el hombre quiere negar, que es esta Existencia, donde no acaba la vida, aunque el hombre esto no quiera. Porque la falta de querer saber, lo demuestra.
Dijo uno:
Treinta años,
no hay quien pueda decir ni presentar Escritos de Dios Dictados, antes dichos
al espíritu, y luego escritos al dictado, sin tener nada escondido, ni teólogo
ayudando para presentar escritos, por quedar más confiado cuando se lean en
público.
Esta gigante
Verdad no admite reforma a palabras de teólogos o a cabeza de universidad. Si
algo admitiera, ya achicaría esta Verdad, y Dios deja Libertad, pero jamás se
hará alumno del saber que Dios al hombre le manda para su cultura material.
Aquí sí puede el alumno llegar a saber más que el profesor. Pero las Palabras
que Dios dé en su Reino para la Salvación del hombre, estas Palabras, suben por
encima de la Luna y las estrellas.
Ahora piensa;
¿cómo el hombre, poder llegar a ellas?
Desperté, oí:
Dios manda que
se repita, cuando se hable de Elegidos, que este Caso, treinta años, Dios
cogiendo a un espíritu en la noche, y de día dictado lo escribe, no podrá ser
por nadie igual presentado.
Pues qué más
quiere saber el teólogo y el que vive de las letras, para ver que esto no es de
la Tierra.
Yo amé primero a Dios
y después la Teología,
que era su Saber
que a mí me
venía.
Que este Saber
no tiene noche
ni día.
La noche se hace ladrona
y arroba ahí
la vida.
El día hace en tu cuerpo
Cátedra de
Sabiduría.
Yo, con el Mando de Dios,
doy mi nombre,
para que el espíritu
en el cuerpo
lo diga.
***
Libro 26 - Dios Comunica y Da Nombres - Tomo III - C6
Con frecuencia se habla del silencio de Dios porque no dice lo que queremos oír. Es necesario el silencio del hombre para escuchar a Dios.
ResponderEliminar30 años llevaba Dios hablando
ResponderEliminarY hoy ya son 66 los que hace que Dios comenzó estos Dictados
Tiene que llegar el día que la humanidad entera se rija por esta Enseñanza
Y que queden avergonzados los que aquí le dan la espalda.