En Sueño Profético decían palabras que no están en ningún libro,
pero que de cada palabra se hacía un libro. Se van a dictar unas de ellas:
El que no ama, ve sacrificio
hacer lo que hace el que ama.
El que vive Presencia de Dios,
tiene que buscar el Mando de Dios yendo al Prójimo, porque sabe que en el
Prójimo está Dios.
No hay satisfacción mayor, que
pensar: “yo Le sirvo a Dios”.
Si el bueno no le diera
importancia a lo bueno, haría a más buenos, y a Dios contentaría.
El bueno que no usa lo bueno,
puede ir al sitio que fue el malo.
Si tú tienes más altura, puedes
coger mejor la fruta del árbol. Pero tendrás el deber de darle de esa fruta al
enano cuando pienses: “La vida que tiene el árbol es porque Dios se la ha dado.
El árbol me la da a mí, y yo se la doy al enano”.
Desperté, oí:
Si eres de Dios y sabes de letras,
haces libros con estas sentencias
que dicen en el Cielo y dictan
para la Tierra.
Lo bueno que enseña Dios
le puede a lo malo que enseña la Tierra.
Pero tienes que aprender tú
y enseñar a que muchos aprendan.
Decían en el Cielo
(que es donde está la Gloria)
que el hombre bueno de Dios
se destacaba en la Tierra.
Porque sentía la avaricia
de que muchos a Dios quisieran.
Esta avaricia da Luz,
escándalo y protestas.
Luz para que veas el Camino
que a la Gloria te lleva.
Escándalo, porque algo vive en ti
que la quietud no te deja.
Y protestas del que quiere en ti el silencio
hasta que tu cuerpo muera.
***
Libro 30 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IV - C5
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