lunes, 30 de agosto de 2021

Los espíritus del mal están al acecho para ensuciar las alegrías

En Sueño Profético decían:

Cuantos más sufrimientos tengas, más se justifica que Esto no es de la Tierra.

Cuantos menos te sigan, más verás que el hombre sigue comportándose lo mismo que lo hizo con Dios Hombre, y Maestro para nosotros Los Discípulos.

Todos sabían que era Dios, Lo oían y Lo seguían, pero no como Dios Único en el Cielo y en la Tierra.

Para achicarte sufrir, piensa que Él sólo contó con 11, y a los 11 nos maltrataron de acción y de palabras.

Cuando nos oían Nombrarlo, las caras que ponían, asustaban. Pero la fuerza de Amarlo, en nosotros crecía.

Tu pensar sea en el Cielo. Y la Tierra te sirva para pisar el sufrimiento.

Cuando te vayan a llegar alegrías, antes intentarán engañarte los espíritus del mal, muchas veces con enfermedad que no existe y llama al medicamento.

Anoche fue la Voz de Dios Hijo la que dio las Palabras en la Gloria.

Con pensar tan sólo esto, deberían, antes de mirar al que Dios le da este Mando, mirar al Cielo y decir: “Señor, yo no merezco oír tus Palabras”.

Desperté, oí:

Dios, para darle fuerzas al sufrimiento, primero hace que se oiga su Voz, y en el siguiente arrobo, la de Santiago, del que su Maestro tenía su vida cuando oía su Mando.

Tus palabras queden presas cuando veas que no las respetan.

Decían en la Gloria, que los espíritus del mal están al acecho para ensuciar las alegrías.

Los espíritus satánicos entran en los cuerpos, y según eres, ellos actúan.

En unos, al descubierto. Y en otros, con disfraz. Que estos últimos son los que más le sirven a Satanás.

Esto tiene poco que pensar. Pues si crees en Dios, aquí ves pronto la Verdad.

Si crees en esta Verdad, no puedes, palabra que le oigas al Elegido, echarla atrás.

Antes de rectificar, pide a Dios el Perdón cuando te llegue el pensar:

“El que haga esto, ya con Dios está”.

Si se dieran cuenta de tu sufrimiento, los pies irían por la tierra, pero la mirada al Cielo.

Esto tiene dos actuaciones: creerlo o no creerlo.

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Libro 54 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VII - C2

 

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