jueves, 19 de agosto de 2021

El pregonero

En Sueño Profético decían:

Hay quien oye pregonar y busca al pregonero. Y hay quien cierra la puerta cuando el pregón van diciendo. Que puede que un día quiera oírle al pregonero y el pregonero por allí no pase porque pregón no quisieron.

Dijo uno:

Con este comparar del pregonero se pueden hacer tantas comparaciones, que pueden servir de reflexión para el hombre, de meditación y de abono para el espíritu, para que sus brotes sean para la Gloria de Dios.

Aquí cuentan lo que ocurrió un día con unas mujeres que vivían cerca de la casa de José y María, y que siempre estaban oyendo algo que salía el nombre de Maestro. Pero era oírlo y olvidarlo o no oírlo, por dar orden al oído para que utilizara sordera. Pasó el tiempo del Pregón de Dios Hombre rápido, y ya se cunde su Entierro. Y éstas fueron las primeras en ir en busca y decían abriéndose paso: “El Maestro su casa da a mi huerto y a su madre la conocemos”. Fue oír varios esto, de los que siempre iban con Él, aunque vivían bien lejos, y mirarlas a sus rostros y luego mirar al Cielo, y otra vez mirar a los rostros, cuando con fuerza dijeron:

“Cómo habéis vivido vida alejadas del Maestro, si nosotros seguíamos sus Pasos y siempre salíamos a su encuentro cuando oíamos el tropel o cuando iba en silencio. No nos estorbaba la faena por seguir a Dios del Cielo. Él mandaba en nosotros su Amor y salíamos a su encuentro”.

Desperté, oí:

Estas mujeres pasaban por la casa donde el Maestro vivía y ni oyen ni miran.

Cuando estos hombres las ven queriendo ser las primeras, Él ya, que estaba en el Cielo, en los hombres Poder siembra.

No Lo quisieron seguir ni conocer sus Sermones.

Después buscan en los sitios conocidos y mesones donde pudieran oír el Sermón que dijo a los hombres.

Todos quedaban mirándolas cuando conocidas fueron al principio de decir que su casa daba a su huerto.

Oye el Pregón que van dando, por si lo mandara el Cielo.

Que puede que luego llores buscando al pregonero.

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Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C2

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