En
Sueño Profético decían:
Si se
publicaran las escenas del mal trato que le dan al que Dios en él actúa, harían
pensar al que en Esto no cree, y puede que en el pensar cambiara de vida,
porque el pensar le diría: “¿Tú haces la caridad en el enfermo de carne y en el
enfermo de espíritu?”.
La
mayoría respondería con mala cara o con insultos. Insultos que dicen por dentro
y que le llegan a tu espíritu, porque el espíritu no necesita palabras, porque
su diálogo es sentido.
Dijo
uno:
Lo que
sí justifica que no aman a Dios ni creen que después de su muerte tienen que
entregar cuentas a Dios, es el que el Elegido dé unas Palabras y sean
despreciadas, pisando la obediencia.
El que
crea que ama a Dios, que haga un examen de conciencia, y verá que si no obedece
al Elegido que Dios manda con sus Palabras, el día de su muerte Dios no oirá
llamada.
En
esto, los que están más cerca, deberían dar ejemplo y enseñanza, respondiendo y
dando el sí a tus palabras, y pidiendo perdón por la desobediencia, porque la
desobediencia puede a muchos perjudicar.
Desperté,
oí:
Es
letrero con grandes letras: que no ama ni cree el que conoce al Elegido y no
cumple sus palabras.
El
Elegido da la vida del cuerpo para salvar al espíritu.
Pídele
a Dios Luz para que comprendas lo que es de Él o de Luzbel.
Si los
que están cerca obedecieran, harían achicar el pecado a los que están lejos y Esto
no creen.
Desobediencia
al Elegido: lleva mal camino.
Dios
Hombre buscó al pecador y apartó al que su obediencia no cumplió.
El
desobediente pide castigo después de muerte.
Si tu
desobediencia da sufrimiento, piensa que Dios te está viendo.
Dios
no puede elegir para que tú le des sufrir.
Dios
elige para que el hombre aprenda que después de esa vida está la Eterna.
Pero
ya con muralla de la Palabra de Dios, porque Dios le da esta Vida al que ahí la
pidió.
La
pidió diciendo amén a la Palabra que el Elegido le dio.
Debería
estar dando gracias a Dios todas las horas del día el que oyera mando del que
Dios envía.
***
Libro 40 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C3
Aquí pongo yo también mi Amén, por si sirviera de algo.
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