En Sueño Profético decían:
Una noche, ya que nos despedíamos del
Maestro, nos dijo:
“Mañana, temprano, salimos del pueblo
donde nos ha tocado dormir esta noche. Y la Enseñanza irá siguiendo al Amor o
retirando a mi enemigo”.
Ya quedamos repartidos en un mesón y en
dos casas particulares que vivían la Voz de Dios en el Cielo, y luego vivían la
que oían en la Tierra por el mismo Dios Hombre. Ya llegó la mañana, y todos
otra vez juntos íbamos al calor de sus Pasos. Fue llegar al sitio que ya nos
esperaban y en la puerta había unos esperando al Maestro, por Amarlo, otros por
Conocerlo y otros por darle la disculpa. Uno de los Discípulos vio a uno en la
puerta que él lo quería y siempre que lo veía le preguntaba por su Maestro. Fue
verlo ése y saltar de alegría para presentarlo como Dios en la Tierra, y ya, que
no dejara la amistad del Maestro. Fue Jesús acortándole el camino, que no venía
de muchas ganas, por creer que ya tenía que Seguirlo más veces, y ya le dijo a
él, y todos oímos por fuerza de Dios y luego por fuerza de su Voz:
“Tú no Me sigues hasta que el Amor a mi
Padre, que vive en Mí, no te defienda de los enemigos que van en contra de Mí,
por ser Yo Dios Hijo y Dios Padre. Pero para eso tienes que tú querer,
obedeciendo a mi Mando, que Amor y obediencia van juntos”.
Y siguió diciendo:
“Pues aunque van juntos, le costará menos
trabajo Seguirme al que el Amor tire de la obediencia”.
Y saliendo, con Amor, estas Palabras
terminó diciendo:
“Que el que la obediencia siga porque
quiera, llegará a amar todo lo que Yo enseño, y ya llevará Amor delante, como
vosotros”.
Desperté, oí:
Este amigo del Discípulo quiere seguir al
Maestro, pero con los que él vivía tiraban de este querer.
No sabía defenderse de lo que iba en
contra del Maestro.
Éste no hacía pecados, pero vivía con el
que estaba en contra del Maestro.
Los enemigos de Dios eran amigos de
ellos.
A éste le quitaban ideas cuando él quería
Amarle, y cuando decía “Lo sigo”, hacían que cambiara su camino.
Esta Enseñanza le sirvió a él antes que a
nadie.
Nadie le hizo comprender que echara
obediencia delante, y después vendría el querer.
Obediencia voluntaria hace que nazca el
querer.
Y ya es Dios el que manda.
Y la obediencia ya sigue al Amor y a sus
Palabras.
***
Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C2
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