En Sueño Profético decían:
Dios necesita al
hombre, pero no como el hombre cree que a Dios le hace falta.
Dios necesita al
hombre para que el hombre cumpla su Mando, pero no para que Dios esté al mando
del hombre.
Dios necesita al
hombre para darle, pero no para que el hombre le dé a Dios.
Dios tiene el
venero del Amor y el venero de las fuerzas. Pues con Amor a Él, no te faltarán
las fuerzas, y vencerás, y nunca serás vencido. Con Amor a Él, todo lo verás
sencillo, aunque difícil lo ve el que este Amor no ha sentido.
El Amor a Dios te
da una confianza, que te sientes protegido, que el que no ama diría “¿de qué?”,
y tu explicación sería difícil. Tan difícil como el niño que echa a andar y ve
los brazos de la madre. Con qué seguridad echa el paso, pudiendo caer por
quedar lejos los brazos. Pero qué salto daría la madre si lo viera tropezar.
Seguro que el cuerpo, si caía al suelo, ya los brazos lo estarían esperando.
Esta es la confianza que el niño tiene cuando
empieza a andar. Pero cómo se lo explicaría al que le fuera preguntando:
ni se lo explicaría, ni lo entendería el que quisiera escucharlo. Pues más
difícil es querer que te comprendan cuando te vean sufrir y tú demuestres las
fuerzas que Dios te manda de Aquí.
Desperté, oí:
¡Qué falta le hace
al hombre para que viva esa vida que a Dios le pida y lo siga!
Y se sienta como
niño en los brazos de la madre.
Que esto es vivir
protegido.
El que así no se
sienta, todo lo verá muy lejos, muy oscuro, y su falta de paciencia le hará dar
caídas, llegando a Dios las ofensas.
Creyendo que, Dios
sin él, tiene que parar la carrera.
Esto es lo que
piensa el hombre que vive para la Tierra.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C4
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