En
este Sueño Profético se oían varias peticiones, pero todas con más de una voz. Era como
cuando se ensaya algo para que al oírlo tengan que pararse y pensar en ello. Éstas
eran las Palabras que se oían:
“Señor,
Te pedimos que no le falten las fuerzas a este Elegido”.
“Señor,
Te pedimos que su Amor cada día más lo vaya cundiendo, diciendo las Palabras
que oye en tu Reino”.
“Señor,
te pedimos que tu Mando no le falte y que aparte los sufrimientos que el que no
ama ni cree le puso y le sigue poniendo, persiguiéndolo los espíritus que están
en contra de Dios y al servicio de Satanás”.
Ya
quedó sólo una voz, con Mando de Dios, y esta voz decía:
“Cuando
Dios elige para dar Enseñanza, es cuando los espíritus del mal más persiguen a
los que están cerca del Elegido. Pues esto se ve aquí, en este Caso, que como
él no hay otro con esta abundancia de Palabras. Este Caso tiene la soledad como
acompañante, y el hombre no disfruta de este Premio tan grande. Muchos se darán
cuenta de esto cuando sus cuerpos no sirvan en la Tierra y se vean enterrados”.
Desperté,
oí:
¡Con
qué gana se oían en la Gloria a los espíritus que ya están allí pedir por el
Elegido para achicar el sufrir!
Pues
igual que piden en la Gloria, en la Tierra se puede pedir.
Pero
tienen que este Mando cumplir.
Mando
que, al que Dios elige, se lo ha dado para que lo practique.
Si
Esto es Verdad del Cielo, a lo que el Elegido diga, si el que está a su lado le
da desprecio, ya le está dando, a los espíritus que no son de Dios, premio.
Decían
en el arrobo, que no aceptar lo que el Elegido estaba diciendo, era no creer, o
creer y no amar.
Los
espíritus que le hagan el mal al Elegido, pueden estar en peligro.
En
peligro para la Vida Eterna, que es una Vida que no se acaba, por ser Vida
Eterna.
En
este Sueño también se vio el milagro de la Luz que se desprende del cuadro que
hay, en la habitación del Elegido, de la Última Cena de Dios con sus Discípulos.
Se vio
la habitación con rayos de Luz, hasta que el Elegido despertó. Entonces
desaparecieron.
***
Libro 55 - Investigaciones a la Verdad - Tomo IX - C2
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