En Sueño Profético hablaban del hombre en el sitio que
a Dios tenía, en la manera de Pedirle y en la manera de Ofenderlo.
Dijo un Discípulo suyo:
Él quiere que Le pidan, pero poniendo el Amor delante, que
esto es lo que nos decía cuando íbamos llevando sus Palabras a ricos y a
pobres, a torpes y a listos, a justos y a pecadores que no se atrevían a buscar
al Maestro pero Él nos mandaba. De éstos, se sorprendían luego, cuando a ellos
los veían con el Maestro. Los que hacían una vida sin escándalo, no veían bien
el Perdón del Maestro, y ya sabíamos que no creían que era Dios. El que creía
que era Dios, aunque Lo viera de Hombre, no se atrevía a pensar y mucho menos a
decir: “eso no es así, Maestro”. El Maestro lo sabía y le guardaba secretos.
Desperté, oí:
El Maestro no podía dar Mando al que el Mando creía que no
estaba bien mandado.
Esto, para los Discípulos.
Cuando el Mando les llegaba sin querer cumplirlo, lo hacían,
pero ya no eran sus Discípulos.
Nosotros, los Discípulos, si de momento no veíamos el camino
como teníamos que verlo, sufríamos y Él nos notaba el sufrimiento.
Sufríamos por el responder del hombre y luego tener que decírselo
al Maestro.
Pero Él nos lo decía para que fuéramos aprendiendo el responder
que tenía el que se tenía por bueno.
El que había hecho el mal y el mal ya no quería hacerlo,
cuando nos veía llegar, estas palabras decía:
–Si he hecho mal, con el mal que he hecho,
quiero saber si hago mal con querer seguir al Maestro.
Ellos le decían:
–Vente y que te oiga
el Maestro.
Un Discípulo del Maestro, Dios con Cuerpo.
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Libro 28 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo V - C5
Es muy peligroso, peligrosísimo, querer enmendarle la plana a Dios.
ResponderEliminarY peligro mortal, si estás entre los suyos!!
En la última Cena aún no sabían los Apóstoles el papel de Judas.