En Sueño Profético
se vio el campo, era un cerro con olivos. Se oyó una voz que decía estas
palabras:
Monte de los Olivos,
Monte en el que Jesús quiere dejar sus Palabras para que el hombre siempre Lo
recuerde donde vea monte y olivos.
En este Monte enseñó el
Maestro a cómo recordarlo para sentir su Presencia.
Repetía mucho:
“Yo
voy al Padre, pero pensad que Yo sigo con vosotros, aunque no Me estéis viendo
con Cuerpo. Mi Espíritu vendrá a vosotros y todo lo que no he dicho lo diré en
otros cuerpos”.
“Vendrán
dioses falsos, pero pronto serán descubiertos por el que Me ame y mis Palabras
practique”.
“Mis
Palabras tienen que ser de Amor y de Paz para que los espíritus del mal que
están en mi contra no lleguen, y si llegaran, sean pronto conocidos, y con la
fuerza de mis Palabras en vosotros sean despedidos al abismo”.
“No
tened temor cuando Me vaya, que para el que Me quiera no Me voy”.
Desperté, oí:
“¡Monte de los Olivos!”, se
oía en todas las bocas.
En unas con alegría,
hasta que pensaban: “Y luego... ¿a quién preguntar y tener por Maestro?”.
Podía más la pena que la
alegría.
La alegría era el
recordar las Palabras que oyeron los que fueron sin amar y las lágrimas que
secaron sus pañuelos.
Pero pronto oías: “¡Yo
sin Él no quiero vida!”.
Dios ponía el consuelo en
otra boca suya: “Sí, Él se va, pero su Espíritu viene a hablar en nuestros
cuerpos, y ya está con nosotros”.
Esto se lo oías, pero no
contentos.
***
Libro 23 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IV - C7
El Consuelo que Dios da, no lo pueden quitar los espíritus contrarios. Dios queda presente en aquel que a Dios quiere.
ResponderEliminarEl que no lo quiere, ese, no porta a Dios porque Dios no obliga.
Hoy noche de vela y oración pero con Dios en el corazón.
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