En Sueño Profético decían:
No hay penitencia más grande que
la que tú mismo te pones. Esto se puede aplicar a tantísimas razones, que tú
tan sólo sabrás.
Dijo uno:
Aunque al leer parezca cuento,
este Dictado de hoy le pasó a mi familia, y hoy yo Aquí refiero:
Un tío mío, hermano de mi padre,
vivía cerca de mi casa, pero vivía y no vivía. Vivía porque tú veías que
andaba, hablaba y comía. Pero él, en su vivir no vivía. Había tenido un padre
con una gran herencia que venía de su madre. La madre llevó capital, y, cuando
él seis años contaba, murió. Todo lo dejó al marido con la confianza de que
seguiría viviendo sólo para su hijo, sin olvidar su recuerdo, por lo mucho que
los dos habían cambiado palabras delante de una imagen de Dios Vivo que había
en la iglesia del pueblo donde vivían. Fue llegar a mayor, y ya, en su
crecimiento, exigirle al padre para él desbaratar todo el capital y pagarle con
el mal trato. Había cogido unas juntas para el dinero sacarle. Pues el padre
enfermó sin remedio y entierro él hace al padre. Ya se quedó sin los dos, sin
el padre y sin la madre, y penitencia se echó. Recordaba las escenas, y más
larga se echaba la penitencia.
Desperté, oí:
Ellos vivían estando muertos,
y él, vivo no vivía.
Se echó de penitencia,
recordarlos noche y día.
Le sobraba el capital
porque, para su sufrir,
el dinero no le valía.
Se iba por los mesones.
De repente se salía
como si oyera una voz
que le llegara de Arriba.
No vivía,
aunque vieran que andaba,
hablaba y comía.
***
Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C5
Bien dicho está, que en el pecado va la penitencia. Eso mismo le pasó a este pobre hombre, rico de caudales y pobre de Paz eterna.
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