En Sueño Profético decía uno:
“Vosotros
sois los que más Mensajes comunicáis”.
Estaba
Agustín, Tomás de Aquino, Domingo de Guzmán, Teresa de Ávila, Juan Bosco,
Catalina de Siena, Álvaro y los suyos, Juan de Dios y María Magdalena. Dijo el
mismo:
Los
Once también llevan mucho de esta Gloria.
Contestaron
dos o tres:
Bueno,
esos no son contados. Ellos, su grandeza es con ninguna comparada. Vivieron
juntos con Él; comían sentados a su lado. Y aunque la Última Cena fue alegría,
desconsuelo y llanto, estos Once pueden decir: “Estuvimos en el Cenáculo”.
Dijo
uno:
Sabíamos
que sería por uno de éstos entregado. Éste, Él sólo lo sabía, el Padre y el
Espíritu Santo. ¡Cuál sería nuestra sorpresa que los Once nos miramos y
mientras duró la Cena, cada uno pensábamos y pensábamos: ¿Habré yo hecho algo
que al Maestro no Le haya gustado?!
Desperté, oí:
Estos
espíritus, al principio aquí nombrados, son espíritus que tienen misión para la
Enseñanza.
Tomás:
en Teología. Agustín: éste, gran filósofo. Y Juan: el gran educador. Y así sigo
numerando estas grandes inteligencias que Dios quiere que sigan enseñando.
Dios
comunica su Espíritu, y ahí Lo sigue mandado, para que el hombre no pierda de
esta Gloria su contacto.
***
Libro 1 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo I - C4
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