En Sueño Profético hablaban de la Justicia de Dios, de lo que Dios manda
cuando el hombre Le pide:
Mayoría
de veces el hombre le pide a Dios que le haga Justicia, le pide el que peor se comporta,
el que hace lo contrario que Dios manda, y con este mal comportamiento está
pidiendo que Dios le haga Justicia, a la que el hombre le pone el nombre de
“Dios te ha castigado”. Hay veces que el desafío del hombre hacia Dios es tan
grande, que Dios responde.
Dijo
uno:
Yo
cuento aquí un hecho en el que Dios tuvo que contestar: “Trabajaba yo en el
campo con un hombre que era carne de
santo. Era el que cuando aventajaba su trabajo, acudía al tuyo, pero sin ningún
interés. Pues la mujer de este santazo también trabajaba en las faenas de
recolección, y con tres hijos que tenían, allí vivían mientras duraba la faena.
Mi mujer, que también iba conmigo, tenía una gran amistad con ella, ya que
hijos no teníamos y estos chiquillos nos consideraban familia. Pus enfermó este
buen hombre y no hubo remedio para la salvación de su carne, y murió. Esta
mujer, que no se sabía si el marido era santo por ella, o ella santa por el
marido, otros y yo acordamos ir al encargado de repartir las faenas para que la
dejara trabajando siempre, y así sería su dolor consolado, ya que sentía al
marido como un pedazo de su carne que le hubieran arrancado. Ella sabía que si
sus hijos allí seguían, no pasarían hambre, y su marido tendría Gloria con el bienestar de sus hijos. Pues todos los
planes fueron inútiles, rotundamente dijo que no, que era un cargo que a la
larga le pesaría, porque siempre estarían faltos de algo; y la despidió del
caserío, que llanto nos costó la despedida. Hubo quien le dijo al encargado:
“puede que tú pases por el mismo camino”, y le contestó con desprecio: “Mujer,
no pienso tener, ni hijos; no se me puede morir nadie”; y siguió con la
frialdad del que no ama a Dios. No se contó un mes, cuando se oyeron grandes
gritos, y fueron del encargado que todos conocían como dueño, por su mando;
unas compuertas de un granero le cortaron los dos brazos; los médicos los
amputaron ante el peligro de poder curarlos.
Desperté, oí:
Aquí tuvo Dios que contestar,
porque
él quería contestación.
La gente llamó castigo,
cuando veían pidiendo
a
la viuda y a los hijos.
Él, sus primeras palabras,
era decirle a la gente:
¡Buena me he quitado de encima,
tenía que socorrerles
si
conmigo los tenía!
Un día, que iban pidiendo
mientras trabajo encontraban,
una les sale al camino:
¿Tú
eres la viuda santa?
Sí, dijo con la cabeza,
mientras
secaba sus lágrimas.
El santo era mi marido,
que era el que a nadie dejaba,
cuando veía a una mujer
pidiendo
con algún niño.
Muchas veces en la siega,
apartaba dos montones,
y el dinero que cogía
era para quien sabía
que nadie jornal le daba
porque
trabajo no hacía.
Eran enfermos sin cura,
tullidos
y andrajosos.
Dijo ésta ya que oyó:
Sécate mujer el llanto,
que vas a pasar a dueña
del
sitio que te han echado.
Era una de las dueñas de esa finca,
pero nunca había visitado
ni
la finca ni al encargado.
Tenían muchas más que aquélla,
entre
ella y un hermano.
Dios da el premio a la viuda,
que
vive al marido en llanto.
Y el encargado, no es castigo,
pero
se queda sin brazos.
Para quedarte viudo,
no
hace falta estés casado.
En perdiendo algo de carne,
ya
pierdes lo de casado.
***
Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - C6
La derrota del mal fue vista de todos,Dios hace las cosas a Su Modo.
ResponderEliminarPuede que al verse sin brazos se le cambiara el corazón y se salvara su alma.