En Sueño
Profético hablaban del
pecado, de los pecadores y de los pecadores que hacían que hicieran pecado con
regocijo de ir condenando.
Dijo uno:
El hombre ve pecar y pocas veces quita al hombre del
pecado. Dios Hombre mandaba a quitar de pecar y condenaba apartando al que
ofrecía y vendía el pecado. A éste no mandaba a quitarlo de pecar porque a Él
mismo lo quería desafiar, buscando a los que con Él iban.
Una mañana que iban los Discípulos de Jesús a
repartir las Palabras de su Maestro, había una mala pecadora en una esquina,
más bien solitaria, como vendiendo unos matojos que utilizaban para fumar. Fue
querer llamar a uno, y cuando vio acudir a dos o tres, porque así siempre lo
hacían, los insultó, acudiendo un hombre y queriendo defenderla, siguió sus
pasos acompañándola hasta la puerta de su casa.
Cuando llegaron los Discípulos, les dijo el Maestro:
—Id en busca del que os ha ofendido y decidle
la clase de pecadora que es esa mujer. Porque él va a pecar, porque ella le
ofrece pecado como a vosotros os lo ha ofrecido. Pero mi Padre no ha dejado que
manchéis mi Nombre, como ella quería y quiere. Decidle al que ya ha pecado, que
me busque, si quiere ser perdonado. Pero ella ya no quedará para ir en busca
del que a Mí me siga o quiera seguirme.
Desperté, oí:
Esta mujer fue conocida por la que quiso que los
Discípulos pecaran.
Fue sembrando ella misma el odio a todo el que la
conocía.
“Allí viene la maldita”, se oía para que ella lo
oyera.
Era ramera maldita y Dios hace que todos la
conocieran.
Al que había pecado con ella, aunque insultó a los
Discípulos por el mando que le dio ella, le llegó el Perdón de Dios.
Todo el pecado es pecado.
Pero no es lo mismo tú pecar que ir ofreciendo y
viviendo siempre buscando a llevar a hacer pecados.
Aquí no llega Perdón, y jamás llegó a la esquina a
buscar al que quería que se retirara de Dios.
La lengua de la remera quedó sin habla y los pies
juntos los dos, ninguno tenía avance, todo por Mando de Dios.
Primero fue conocida y luego inútil quedó.
Hizo el peor pecado: querer que pecaran los que Dios
Hijo iba mandando.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C4