domingo, 31 de diciembre de 2023

El hospital

En Sueño Profético vi una sala con muchas camas, y todas las camas las ocupaban hombres enfermos.

Y dijo uno:

De este hospital, tienen ya sus paredes unos pocos de lamentos oídos. Unos, de dolor de carne; y otros, dolores que superaron a los de la carne. Éstos fueron cuando su salud buscó y vivió pecado, cuando no pensaron en hospital, cuando vivían tan alejados que casi les molestaba que les nombraras enfermos, que contaras casos de necesidad. Aquí, en este hospital, ha habido curaciones; otros han muerto y no pudieron curar. Pero estas paredes saben del dolor y la verdad del que quedó con dolor y nadie lo recordaba por la vida que vivió. Otros llevaron sufrir, y lo llevaron por Dios, y aquí quedaron inmóviles, esperando madrugada que les llevara la Grande Llamada. Estos hombres, cuando enferman –digo hombres que no aman–, es cuando caen en la cuenta de que están llenas estas camas, de que para enfermar, primero hubo de haber carne sana, hubo de haber alegría, y nunca le aconsejaron la salud y la alegría que existían hospitales, que estaban las camas llenas, unas, ocupadas por años con el mismo enfermo en ellas. De este hospital, sus paredes no eran poros, eran penas. En cada agujerito, un llanto había quedado, un desengaño de Tierra, un “¡Dios mío!, si me curo, haré yo una vida nueva. Perdón te pido Dios mío por no hacer la vida buena”.

Desperté, oí:

Se ha hablado de paredes

que la sostenían lamentos.

Y no se han nombrado ventanas,

que a veces lloran los hierros.

Cuando noches casi enteras

alguien pasea por las calles,

esperando abran la puerta.

Y mirando a la ventana,

la noche, ¡qué larga queda!

No quieres y ya lo esperas,

lo que no tiene remedio,

porque remedio ahí no llega.

Si el hombre tuviera un cuadro,

sin pintar, en su memoria,

de todo lo que se ha hablado,

nadie perdería la Gloria.

La salud, la juventud

y el adorno del dinero

son personajes que ahí van siempre

en contra de este Cielo.

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Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C6

sábado, 30 de diciembre de 2023

La enfermedad del cuerpo te da compasión

En Sueño Profético se vio a un paralítico en un sillón de ruedas, que él solo hacía que anduvieran las ruedas para llegar al sitio que a él le hacía falta ir o quería cambiar de sitio.

Se quitó aquella visión y se vio un ciego, que decía su ceguera el bastón, pero sus pies iban por su sitio. Ya se oyeron palabras para Enseñanza, y a su vez se vio mucha gente, aprisa, que cruzaba una calle.

La mayoría de esta gente está enferma de espíritu, pero no da compasión como el paralítico y el ciego, al contrario, que le niegan el medicamento y no pueden mejorar. Empeoran y van contagiando esta enfermedad. El espíritu puede enfermarse en la pobreza y en la sobra de bienes. Que en esta enfermedad, el medicamento es enseñar al espíritu a estas formas de vivir. También lo enferma el sufrimiento cuando no es aceptado y con la confianza en Dios puesta.

Desperté, oí:

¡Qué cierto que la enfermedad del cuerpo te da compasión el verla, y te ofreces en ayudar en lo que puedas!

La del espíritu, el que más puede dar el medicamento, más lo niega, y su receta es dejar al espíritu que muera y ya hacer la enfermedad incurable.

Al espíritu enfermo no puede darle el diagnóstico quien no esté cerca del Cielo.

Debería el hombre cuidar un poco menos el cuerpo y pensar en el espíritu y darle el medicamento. Que es oración a Dios y comprensión al enfermo. Igual que le tienes al paralítico y al ciego.

Si esto así lo consientes, piensa: “Yo soy otro enfermo”.

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Libro 22 - Investigaciones a la Verdad - Tomo III - C8

viernes, 29 de diciembre de 2023

El Poder de Dios se enfrenta

En Sueño Profético decían:

Hoy es la Enseñanza para el que cree que ya está enseñado.

En este arrobo se dicen Palabras que te darán alegría y tristeza cuando las pienses, y tú te quedes echando memoria atrás, y ya recogerás alegría o tristeza.

La tristeza te vendrá cuando tu tiempo o tus riquezas, aquí, las quisiste ocultar. Y dejaste este camino y, contento, no miraste para atrás, sabiendo que el caminante, que Dios Mando le daba, te buscaba para poder remediar algo del sufrimiento que tú podías remediar.

Dijo uno:

No es lo mismo que tú controles, que seas controlado.

No es lo mismo que la veleta se mueva por el aire, que tus manos muevan la veleta.

Por eso, este Mensaje habla de sufrimientos sin remedio, y de sufrimientos que les niegan el remedio.

Tu mando sea duro, y ya responderá el Amor que dentro tengan. Cuando tengas que decir Palabras o Mando que de Aquí llegue, que tus palabras saquen fuerza y anulen desobediencia.

Desperté, oí:

Todavía no están contentos

los espíritus del mal

con el daño que han hecho.

Quisieran daño más grande,

que es poner la soledad

y el silencio al Instrumento.

Tú, marca el camino,

para el que quiera cogerlo.

Que camino que tú marques,

sabes que pueden hacerlo,

si se apartan de la Tierra

y ponen a Dios primero.

Los espíritus diabólicos

van detrás

del que puede hacer un bien,

para que haga un mal.

Y el Poder de Dios se enfrenta,

dando órdenes,

dando Mando y avisando

el poder que tiene el mal.

El que este Poder acepte,

ya le sirve

a la Gloria Celestial.

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Libro 21 - Te Habla El Profeta - Tomo III - C7