viernes, 30 de abril de 2021

Lo primero, es amar

En Sueño Profético decían:

Hay quien para que no peque, tienen que estar continuamente recordándole el infierno, la condenación, sitio sin Dios; o sea, siempre nombrándole la casa de Luzbel.

Dijo uno:

Éste no peca para el hombre, pero no deja de pecar para Dios. Todo el que peca es por falta de Amor a Dios. Amando, ni pecas ni dejas pecar. Amando a Dios, no puedes dejar que otro se condene, otro que tú puedas quitar del pecado. Amando, no te puede extrañar nada que te cuenten de esta Gloria, donde hay santos nada más. Amando, tú te encargas de buscar el Sitio donde Dios responde, cuando el hombre, al preguntar, la Voz de Dios ya conoce por respuestas que éste da. Amando, sufres al oír infierno, condenación o sitio sin Dios allí. Amando, no llega a ti el que está en contra de Dios. En este Amor entra ya el sitio en la Eternidad.

Hablaban dos hombres sabios del que ama de verdad. Decía uno de los sabios:

No hay hombre que sepa,

si no ama de verdad.

El amar lo de la Tierra,

esto no sirve “pa” “na”.

El Amor que se valora,

es el espiritual,

que te empieza ahí en la Tierra,

y te va aumentando más,

y vas como rosa seca,

dejando hojas atrás.

Estas hojas son las cosas

que te cansan, porque ya

has empezado a amar,

y ves todas las cosas

comos rosas “deshojás”,

que el viento las va moviendo,

y tú pisas al pasar.

Por eso decían los sabios,

que el que ama, es sabio ya.

Desperté, oí:

¡Qué razón tienen los sabios,

con decir sabio al que ama!

¡Qué razón tiene el decir:

todo llega y todo pasa!

No puedes llamarle al hombre,

sabio ni hombre de ciencia,

no puedes llamarle grande,

cuando a este Dios Lo desmienta.

Aquí se miden los grandes,

los cultos y la intelectualidad,

cuando este hombre dice:

“Lo primero, es amar”.

A éste ya le llama sabio.

el que sabio era ya.

Pues saber sólo de Tierra,

es un saber animal.

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Libro 8 - Dios No Quiere, Permite - Tomo I - C4 

jueves, 29 de abril de 2021

Padre Nuestro

En Sueño Profético se oía decir el Padrenuestro, pero no era rezado, ni igual que el Padrenuestro. Era el Padrenuestro, muchas veces nombrado.

Estas eran las primeras Palabras:

¡Padre nuestro,

que siendo Dueño de todo,

tienes que ir pidiendo!

¡Padre nuestro,

Padre de todos los hombres,

y qué pocos quieren tu Reino!

¡Padre nuestro,

que tu Palabra se hizo Carne

y el hombre mató tu Cuerpo,

y vio tu Resurrección

y Te sigue ofendiendo,

no creyendo en tu Existencia

aunque rece el Padrenuestro,

que en la Tierra Tú dejaste

con el Nuevo Testamento!

¡Padre nuestro,

Único Dios que está en el Cielo

y bajó a la Tierra

para enseñar a vivir amándose

y dando al pecado desprecio,

y para que esperaran sus Palabras,

que El bajaría,

y sus Palabras las oirían

en otro cuerpo,

pero que serían por Él dichas,

que son contestación a éstas!:

“Mucho Me queda por deciros. Ya vendrá mi Espíritu a comunicar al hombre”.

Desperté, oí:

Decían en la Gloria

el Padrenuestro

en alabanzas, no en rezos.

Decían:

¡Padre nuestro y de todos los hombres,

y qué pocos quieren ser hijos tuyos!

¡Padre nuestro,

que dejaste que clavaran a tu Hijo

y sigues queriendo al hombre

que tus Palabras quiso y quiere!

Que esperas para que pida el Perdón

el que pecó sin perseguir tus Palabras.

Que las Puertas de tu Gloria abres

para el que en la Tierra cumpla tus Palabras.

¡Padre nuestro,

 haz que el hombre crea

y quiera tu Reino!

En la Gloria alaban a Dios,

y en la Tierra Le dan desprecio.

Si rezas el Padrenuestro,

haces contacto en el Cielo.

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Libro 32 - La Palabra del Creador - Tomo III - C4

miércoles, 28 de abril de 2021

La calle de los malos

En Sueño Profético decían:

El día que quieran ver que esta Verdad es verdad, al que no la quiso ver, trabajo le va a costar saber por el mismo que Dios este Mando da.

Habla un Discípulo de Jesús, Dios y Maestro para sus Discípulos:

Nosotros tuvimos que cambiar nuestros pasos por las calles. Nos paraban y tenían dudas de que Dios fuera el que estaba en la Tierra y nos daba el Mando. Pues hubo calles que las cambiamos por otras, aunque fuera un poco más larga la distancia adonde íbamos, ¡que no íbamos!, ¡que nos mandaba nuestro Maestro! Y nosotros siempre hacíamos el Mando contentos, aunque no lo comprendiéramos. Nos molestaba el que quería poner sus razones para que nosotros viéramos que el Mando no estaba bien dado.

Un día, al entrar por primera vez a aquella calle, salía un hombre a su trabajo de una casa que tenía mala fama por querer cambiar todo lo que el Maestro a sus Discípulos mandaba. Fue vernos y decir estas palabras:

   –¿Viene también el Maestro, u os habéis confundido de calle? Porque esta calle tiene nombre y yo quisiera quitarlo, pero que todos me vieran. A esta calle, por la que tanto vais, le han puesto nombre: “La calle de los malos”. Yo no duermo de noche y en mi casa le hecho la culpa al trabajo, pero el trabajo no es. Yo es que antes oía hablar al Maestro y a los que vivían en la calle que muchos pasabais. Y no me convencía ver pisar a Dios Hombre esta calle y los que en ella vivían no mirar al Cielo y no dar a Dios Padre las Gracias. Era todo lo contrario, no seguían su Enseñanza. Yo cuando hablaba con alguno, veía que no Lo amaba.

Desperté, oí:

La calle en la que no obedecían las Palabras del Maestro fue a la que él le puso nombre: “Calle por la que no pasaba el Maestro”, “Calle de los malos”.

Este hombre juntaba en su casa a algunos vecinos para ponerse de acuerdo e ir en busca del Maestro y decirle qué tenían que hacer para que por su calle pasara.

Éstos esperaban el día de rodillas y con las manos cruzadas, pidiendo ser perdonados si habían hecho grandes pecados.

El Maestro los mandó para darles la alegría, y ya de calle cambiaron y estas palabras se oían:

“Santiago”, “Felipe” o “Juan”. Según el nombre que iba, le oían estas preguntas:

¿Qué tenemos que hacer para que el Maestro no sufra?

Éstos amaban y discutían porque por allí pasaban y después no Lo creían

Los incrédulos ofendían a los que estaban pidiendo: ¡Qué alegría si nosotros viéramos un día pasar por nuestra calle al Maestro!

“La calle de los malos” le pusieron por defender al Maestro.

***

Libro 28 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo V - C6