Quedé dormida pensando: “Señor,
lo que yo no haga bien, dímelo, que no me enfado, porque yo no quiero hacerlo”.
En Sueño Profético decían:
Estas palabras que dicen en el
arrobo son contestando al pedir del Elegido:
Si algo mal hiciera el que Dios
le da Mando, el Mando no sería de Dios. Porque Dios no le va a dar su Mando al
que lo ensucie. Porque ya esta Enseñanza sería como la del hombre, que uno la enseña
creyendo que es el profesor que más sabe, y luego cambian los temas y lo
retiran de la enseñanza.
Dijo uno:
La Palabra de Dios y su Enseñanza
siempre serán las mismas, porque sólo hay un Dios y no hay quien tenga su
Sabiduría y su Poder. Que el mundo está después que su Palabra, y en la Gloria
nadie puede entrar sin su Palabra. Aquí no sirve el dinero ni los títulos,
tuyos o heredados. Aquí sirve la labor que a Dios le pediste, que Él te la dio,
y seguiste con ansiedad despreciando el descanso.
Desperté, oí:
Se ha contestado a las palabras
que te hacen pensar para quitarte la alegría.
Cuando un Elegido tiene esta
altura, que Dios le ha dado, ya Dios le pone quien le acompañe, y todo es
iluminado.
El que te sigue es el que tiene
que tener cuidado para que no se acerquen los espíritus malos.
Que al Elegido no pueden
acercarse por el Amor que Les tiene a Dios Hijo y a Dios Padre.
Y con este Amor no puede hacer
nada que a Dios enfade.
Pero el que no sienta este Amor,
al Elegido puede culparlo de que no haga bien lo que hace.
Compara los dos pensamientos: el
del Elegido y el del que a Dios no ame.
El Elegido Le pide a Dios que si
no lo hace bien, que lo castigue, porque todo lo quiere hacer mejor.
El que no ama a Dios, hace la
contra en todo lo que al Elegido le oyó.
Éstos, aunque digan que son
buenos, no Le sirven a Dios.
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Libro 47 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VI - C2