jueves, 1 de octubre de 2020

Caridad con Dios

En Sueño Profético decían:

Si dices que amas a Dios, ahórrate las palabras, porque lo va publicando tu acción. Cuando no ha llegado este Amor, la acción cuesta trabajo, porque no corresponde al Amor. Y ya recibe tu mano, pero tu espíritu no.

Dijo uno:

Yo vi a uno recoger una limosna, y lloré yo más que él cuando a él lo vi llorando. Me acerqué y le pregunté que cuántos hijos tenía, con aquel que lo acompañaba. Que yo supe que era hijo porque padre le llamaba. Que esto me hizo llorar, al oír estas palabras que Aquí en la Gloria me mandan dictar:

“Padre, ya no vienes más conmigo. Yo voy a la casa que me tienen dicho que vaya todos los días por la comida, y tú te quedas con madre y la cuidas. ¡No llores! ¡Si a ese hombre no lo quiere Dios, porque él a Dios no quiere!”.

La mujer estaba paralítica, y él era asmático desde su infancia. Como sus bronquios no funcionaban, paraba el habla y luego seguía.

El que le dio la limosna le dijo:

“Toma, ¡y para ya la comedia…!”.        

Yo, cuando lo vi con el pañuelo en los ojos y el chiquillo abrazado al cuello, fue cuando hice parada, y yo, al oírlo, también cogí el pañuelo.

Desperté, oí:

El que pidió la limosna estaba enfermo de cuerpo y sano de espíritu.

El que la dio, el cuerpo lo tenía sano, y el espíritu, de Dios apartado.

Al padre le daba pena que el hijo, con ocho años, todos los días la comida les llevara.

Decidió irse a la puerta de la iglesia, donde todos los días el pueblo iba, y así él la comida a su casa llevaría.

Y el chiquillo menos a los otros agobiaría, porque eran trabajadores y lo que nos daban se lo quitaban de su comida.     

Este hombre, su ropa te decía que trabajar no podía.

Su ropa que el pecho le cubría.

Esto se cundió, y ya no pidió más limosna, porque a su casa llegaban bestias con serones llenos, para que ellos los vendieran.

El que hizo llorar quería que le llamaran bueno, pero su acción era diabólica y se cundió en el pueblo.

Yo me encargué de que mi mujer hiciera amistad con ellos. Y aquella casa cambió y escandalizó al pueblo.

Para las lágrimas de los dos, Dios nos mandó su pañuelo, que es la Caridad sentida cuando a Dios llevas por dentro. 

***

Libro 29 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo IV - C8

1 comentario:

  1. No hay palabras para decir lo que esté Divino Mensaje transmite
    Es para leerlo
    Es para ilustrarlo
    Es para hacer una película y dejar al público llorando
    Y ya como broche de Oro, El Pañuelo de Dios
    ¿Quién si no Dios puede dictar un Escrito así??

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