domingo, 11 de octubre de 2020

El que piensa en la muerte, nunca muere

En Sueño Profético decían:

El que piensa en la muerte, nunca muere. El que piensa en la muerte, nunca se pondrá enfermo. Pensar en la muerte sin ira, es conversar con Dios.

Dijo uno:

Mi padre era el hombre que hablaba de la muerte a cualquiera, y decía que se enmendaban de sus defectos con las razones que él les ponía. Y que el que no quería hablar de la Vida Eterna ni visitar a los enfermos, por no sufrir, no tendría a Dios contento. Que el que viviera con los oídos tapados al lamento del Prójimo, Dios no oiría el suyo cuando el sufrir le llegara. Él, siempre que hablaba del que había muerto, no lo nombraba por muerto, si había hecho una vida de materia cumpliendo siempre lo que Dios está diciendo. Si tenía que hablar de estos que murieron dejando huella de amar a Dios, decía: “Ya están en la Vida Eterna, donde no oyen ofensas a Dios, donde el pecado no llega a ensuciar tus ojos, donde tus oídos oyen sólo alabanzas, donde el vivir no cuenta ni llega fecha de abandono”. Y terminaba diciendo: “No creas que yo morir quiero. Lo que sí quiero, es vivir siempre con Dios, para Dios y que Dios deje que yo Lo quiera. ¿Tú has pensado lo horrible que será vivir sabiendo que muerte te llega, y que Dios no te permite que allí, en el Cielo, Lo quieras? Porque ya sería quererlo sin que Él ya te quisiera. Porque el querer que tú quieres cuando llegas sin materia, es un querer sin querer, porque muerte hay por fuerza. Y ya te esperan los contrarios, que no amaron y formaron guerra, que ya los tiene apartados. Éstos son los que a la muerte veían siempre tan fea, y hacían los pecados para olvidarse de ella”.

Desperté, oí:

Si tú a Dios no quisieras

por no quererlo querer,

mira si este Dios es Dios,

que no usa su Poder.

¡Cómo te habla este hombre

de la muerte que no es muerte!

¡Cómo te lleva al pensar,

para que en muerte tú pienses!

Pero un pensar tan pensar,

que te gusta pensar muerte.

Porque te lleva al amar,

y entonces no viene muerte.

Si piensas en consolar

y el lamento siempre oyes,

cuando te llegue la hora,

que nadie te diga muerte.

Cuando vivas con materia,

busca donde a Dios Lo nombren.

***

Libro 14 - Dios Manda en Su Gloria que Enseñen - Tomo II - C2

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