En
Sueño Profético hablaban de la palabra y de la acción, de cómo es la persona cuando
tiene Mando de Dios. Decían que esto es algo que de ti tira y sientes
satisfacción, porque ves que es una vida que va impregnándote de Dios. No le
hacen falta palabras, te lo va diciendo la acción.
Dijo
uno:
Dios,
cuando mandaba a los Discípulos, les decía que primero pusieran la acción, y la
palabra la podría decir el que viera la acción. Pero que si no había acción,
las palabras no hacían bien, hacían mal. Que el que acción mala hiciera y
dijera, “yo soy Discípulo del Maestro, Dios bajado del Cielo”, ensuciaba este
Nombre, que es Único porque otro Dios no hay.
Desperté,
oí:
Decían
en el arrobo, que la persona se conocía más por sus actos que por sus palabras.
Piensa,
oír decir “yo quiero a Dios”, y no cumplir Sus Palabras.
O “yo
soy católico”, pero lo ves que no tiene caridad y que a Dios no lo nombra.
Ahora
habla la acción:
Al Prójimo
lo busca con alegría y sin cansancio.
La
caridad la practica y la va contagiando.
El
perdón no lo niega si ve que a Dios van buscando.
Levanta
al caído que por su mal vivir se ve despreciado y busca el ser perdonado.
Si le
llegó sufrimiento, a Dios llama en el silencio, para que nunca por nadie sea
culpado.
Esto
es Amor a Dios sin palabras, sólo acción que cumple lo que dijo Dios:
“Que
por vuestras obras vean que sois cristianos”.
***
Libro 40 - Dios Manda En Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C1
No hay comentarios:
Publicar un comentario