No podía dormirme
pensando qué hacer para llevar a todo el Mundo estos Mensajes que Dios a diario
da a mi espíritu. Pensaba en el dinero y me venía odio. Pensaba en el hombre y
no me atrevía a pedir a Dios el perdón. Empecé a rezar con grandes ganas y
quedé dormida.
En Sueño Profético decían:
El odio está
justificado. El perdón no ajusta al que lo sabe y vive el silencio. Tus
palabras sean duras como Aquí Dios las da. Estos Arrobos tiene que oírlos la Cabeza
de la Iglesia y darles el curso que antes dé su conciencia.
Dijo uno:
El hombre está
falto de oír, que Dios está Vivo, por el que Él trae su espíritu a esta Gloria
cuando aún vive con cuerpo. Como este Caso no podrá presentar ninguno otro
igual, justificando temas teológicos y estando el Instrumento, en cualquier
momento, con la Sabiduría Divina a flor de boca.
Cuanto más silencio
se les dé a estos Dictados de la Gloria, mayor será la condenación. Si el agua
que cae en la fuente intentarás ocultársela a caminantes sedientos, a la Gloria
no llegarías. Pues piensa en ocultar durante tantos años lo que deberían
gritar.
Desperté, oí:
Que no confundan
las letras por tener la misma altura.
Que el seglar puede
cundir, aunque en él igual no diga, para los que van andando por donde la
Iglesia dice.
Tus palabras sean
duras. Esto es para que el hombre vea que no son palabras tuyas.
Que el Mensaje sea
dicho como Aquí lo han dictado.
El empiezo del
Mensaje también en la Gloria lo han dictado para que comparen espíritu con
libertad antes de ser arrobado.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con el Padre Eterno - Tomo VIII - C5
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