En Sueño Profético decían:
Donde
tú te presentas, sólo Dios sabe el bien que dejas. Si pones el tiempo en
pensar, no te presentas y agrandas sufrimiento. Que esto tienes que cogerlo
como el viento coge lo que se le pone por medio, apartándolo y siguiendo el
viento. Porque tu contacto nadie puede cambiarlo, diciendo: “Yo igual puedo ir
y dejar lo que me digas”.
Dijo
uno:
Se van
a poner unas cuantas comparaciones para ver quién puede decir: “Señor, yo igual
lo hago”. Con tu llegada cambias las caras al servicio de Dios. En la Comunión
Dios hace que vean caer agua fuera de la boca, y el Poder de Dios hace que
todos lo vean. Como también pueden ver los brotes de agua de la Piel de
Cordero. Esta agua mancha la Piel como nadie puede mancharla, como brotes de
brillo que se quedan días sin moverse de sitio, con brillo de la Palabra de
Dios, Resplandor de Gloria. Y ya, los Humos Divinos que acompañan tu presencia,
llevan Fuerza y a los espíritus calan, porque recogen las Palabras que Dios
dice en ti.
Desperté, oí:
Tu
presencia, cuando la quieran, quieren a Dios, y tú negarte no puedes.
Cuando
Dios te concede lo que nadie cree si no lo ve, debes dar el pago diciendo:
“cuenta conmigo cuando quieras algo de mí”.
Porque
lo mismo que tú llamas a Dios, Dios te llama a ti.
Decían
en la Gloria que cuando Dios actúa en alguien, se ve distinta esa persona.
Busca
quien cunda que la Piel de Codero mojada está, que así estará hasta que Dios
quiera.
Pero
que lo cunda pensando que esto no es de la Tierra.
Que
esto dejará al descubierto al que habla de Dios sin creer que su Presencia en
todo está.
Porque
creen que está muerto –palabra mal dicha– porque fue matado y en el madero
clavado.
***
Libro 40 - Dios Manda En Su Gloria que Enseñen - Tomo VI - C6
No hay comentarios:
Publicar un comentario