En Sueño
Profético hablaban del
pecado, de los pecadores y del Perdón; del que él se nombra juez o del que él
se pone la sentencia en el pensar: “yo no puedo ser perdonado”.
Dijo uno:
Estando un día Jesús enseñando a que aprendiera el
que Lo amaba, y habiéndole hecho unas preguntas de unos que habían pecado, fue ésta
la respuesta:
—¿Quién de vosotros no habrá pecado, no
cumpliendo lo que mi Padre tiene mandado desde que hizo este mundo que el
hombre los siembra con el pecado?
Y dejando un breve tiempo para que alguno
contestara, Él guardó silencio, pero no se oyeron palabras, hasta que se oyeron
las suyas, y dijo:
—Ya veo que en el silencio habéis
contestado. Pues perdonad si queréis ser perdonados.
Más se vieron tristes, recordando los hechos que
habían hecho que iban en contra de lo que su Padre tenía mandado, que rostros
contentos pudiendo decir: “Maestro, yo ninguno”.
De esta Enseñanza ya vinieron muchos que se
nombraban jueces de pecadores, pidiendo a Él el Perdón.
Desperté, oí:
¡Qué escenas hechas en silencio y que todo el mundo
hoy sabe!
El silencio fue de los oyentes, pero su Voz aún se
oye.
¡Cómo se ve que la fuerza de estas Palabras viene de
Él, por no cambiar la Enseñanza!
En aquel Sermón hizo que un poco pensara el que se
hacía juez y con el dedo señalaba al que él creía que Dios no lo perdonaba.
Hacía acercar a su memoria lo que nadie había
pensado que él pensaría:
“¿Será verdad que hay Gloria? ¿Será verdad que éste
es el Hijo y Dios Padre es el mismo?”.
Que esta duda ya subía por encima de muchos de los
pecados que algunos hombres hacían.
Porque ya hacían pecado al creer que Él no sabía que
de Él estaban dudando.
Cumple las Leyes de Dios, que Dios está para juzgar
al justo y al pecador.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C4
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