En Sueño
Profético decían:
Dijo Dios Hombre en la montaña un día enseñando su
Doctrina:
“Hay quien
aprende y olvida, y hay quien no sabe y no olvida el querer aprender mi
Enseñanza. Hay quien no Me sigue por haber por medio grande distancia, y hay
quien paso por su puerta y no abre la puerta, aunque conozca mi habla”.
Dijo uno:
Era Oírlo y Le notabas Palabras que a veces Él no
las decía. Y ya, cuando aclaraba: “es mi Padre el que
habita en Mí y Yo habito en mi Padre”, había quien hacía preguntas y después de preguntarlas decía:
—Perdón Maestro, quiero saber, pero lo que Tú quieras que yo sepa.
A esto les contestaba:
—Esta Enseñanza tiene que ser con deseos
inquietos de aprender, pero no olvidando lo que ya Me habéis oído. Hoy no van a
la pregunta que Me haces mis respuestas, porque la mayoría de los que hoy están
presentes, antes no Me habían oído y pueden sufrir al creer que no aprenderían
mis Palabras. Ya, mañana, o puede que hoy, si Amor sienten, comprenderán lo que
he dicho. Porque Yo de ellos no me aparto, aunque Me vean en otro sitio.
Desperté, oí:
Aquel día en la montaña había gente que había oído
hablar del Maestro, pero ellos nunca estuvieron delante.
Dios sabía que la mayoría tenía ansias grandes de
aprender lo que sabían los que Lo buscaron antes.
Este que le hace la pregunta, su afán era que el
Maestro le dijera cómo seguir el camino cuando Él ya no estuviera.
Y el Maestro no responde, porque en vez de Seguirlo no
volverían a la montaña.
Ya quedaba poco tiempo para que Lo maltrataran o
para que oyeran contentos: “Maestro, ¿dónde nos vemos mañana?”.
Pocas veces subió, en Carne, al llano de la montaña.
Pero en aquel poco tiempo aprendieron a decir:
“Maestro, ¿dónde mañana?”.
***
Libro 74 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo IX - C1
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