En Sueño Profético decían:
Tiene la culpa el
mayor de que el niño aprenda lo que a Dios ofende, cuando aún tiene contacto
con los Ángeles del Cielo.
Tiene la culpa el
mayor de que haya niños olvidados del juego por la falta de inocencia.
Son culpables los
mayores de que el niño no vea el fuego con horror, diciendo: “¡Quema! ¡Yo no
quiero verlo! Cuando sea hombre, ya podré saber cómo ver el fuego. Yo soy ahora
niño. Luego, seré hombre. Y luego, otra vez niño, cuando sea viejo, y veré cada
cosa en su momento, y podré huir o arrinconarme al fuego”.
Este es el pensar
que debería hacer el mayor, y con sus palabras irle transmitiendo al niño: que
lo sucio es sucio; que lo nuevo es nuevo; que esto es pecado que ofende al
Cielo, y si lo hace el hombre, Dios no está contento.
Dijo uno dando
final al Arrobo:
El hombre verá que
enseña equivocado, queriendo meter los pies en los zapatos cambiados, queriendo
abrochar camisa con el ojal arriba y el botón abajo.
Desperté, oí:
Dale la Enseñanza al niño,
respetando su
inocencia.
Que la perdición del hombre
es la maldad y las
guerras.
La avaricia,
y romper su misma
carne.
Y querer que el gallo saque los pollos,
y que la gallina
cante.
Cambiar el Mando de Dios:
querer que el padre
sea la madre.
Que el niño vea
lo que la inocencia
ensucia.
Que Esto lo piensen y lo estudien
los grandes y
chicos educadores.
Que es un Mandato de Dios:
conservar la
inocencia del niño.
No quieras poner la maldad
como asignatura del
siglo.
***
Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C3
Clarísimo como las fuentes del Paraíso.
ResponderEliminarAquí no queda duda ninguna que va el Mensaje a lo que más se ve en la tierra.