En Sueño Profético decían:
Este Elegido tiene una fuerza tan
grande de Amor de Dios, que con el que habla, si cree en Dios, esta fuerza de
Amor también la siente. Es una fuerza que te quita el sufrir, y al quitarte el
sufrir, ya, en todas tus palabras, nombras a Dios y cuentas los milagros que te
hizo el Amor de Dios.
Dijo un espíritu de la Gloria:
Yo, cuando vivía mi cuerpo, en
todas las reuniones que tenía con matrimonios unidos por Dios, para todo Lo
nombraba, y mi mujer me acompañaba cuando de Dios yo hablaba. Decía:
Yo no creía que iba a sentir este
Amor con tanta alegría, porque en mi casa no nombraban nunca a Dios, y si Lo
nombraban era para ofenderlo, pidiéndole cuentas de por qué a ellos les pasaba
esto o aquello. Cuando yo oía estas palabras, les decía: “¿Por qué no Le pedís
a Dios que, en todo, de Él os acordéis y Lo nombréis?”. Ahora Lo nombran, pero
para ofenderlo, porque no esperaban que cuando tuviera mi casa aparte, con los
derechos de Dios, yo tuviera este cambio tan grande, acercándome a Dios y
retirándome de mis padres y mi familia, porque ninguno nombraba a Dios.
Desperté, oí:
Decían en la Gloria, que el Amor
de Dios, si tú lo buscas, él te espera.
Hablaban mucho haciendo
comparaciones de cuando el Amor de Dios te llega porque tú lo has pedido.
El que más hablaba era este que
dicta muchas palabras que tuvo que decir cuando vivió su cuerpo, empezando por
sus padres y familia, porque no creían en Dios.
Cuando vieron la vida que hacía
en su casa con la “carne que Dios le unió”, todos en el pueblo hablaban bien de
él.
Decían que sus padres, cuando
oían hablar de Dios, se iban.
Los que se están nombrando
dejaron la amistad de sus padres y familia, y el Amor de Dios no podían
ocultarlo.
Decían que había sido un sentir
grande el no haber oído nunca en su casa hablar de Dios. Y cuando Lo nombraban,
castigo daban.
De estos casos hay muchos, aunque
los llevan escondidos.
Pero el que Dios le da Mando sabe
que existen estos casos.
Y él quisiera tener poder para
que el Amor de Dios lo fueran publicando y olvidando a los que a Dios no
quieren.
***
Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C5
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