Mi Enseñanza y mi Gloria es al espíritu

En Sueño Profético decían:

¡Qué grande es la Enseñanza de Dios! Tan grande, que nunca tendrá fin y siempre será Enseñanza para los grandes profesores en la Tierra.

Dijo uno:

Un día, estando Jesús en casa de unos que su inteligencia la habían dedicado a la enseñanza material, pero que querían enseñar de las Palabras del Maestro, de las que a Él le oían, le preguntó uno: “Maestro, si a mi familia enseño antes, ¿falto a tu Enseñanza, o Tú así lo quieres?” Ya tenía el Maestro las palabras preparadas, pero sin sonido fuera de su Cuerpo, hasta que se oye:

“No eres tú el que tienes que enseñarlos los primeros, son ellos los que deben de querer ser los primeros en seguirte, en preguntarte y en decir “es mi familia”. Porque Yo, al que le doy mi Enseñanza, ya le doy parte de mi Gloria. Y el que esté cerca de éste debe de querer saber más, y también él enseñar con más ganas que el que no oye al que Yo le doy mis Palabras”.

Y siguió diciendo:

“Al que Yo enseño o mando con mis Palabras, el que crea en Mí no verá hombre ni mujer, porque mi Padre ya los deja sólo con ansias de Amor de espíritu. Que por eso veréis que a Mí me buscan mujeres pecadoras y Yo las perdono; no como mujeres, y sí como Dios que soy, como Padre Eterno que hoy veis de Carne y con Cuerpo. Mi Enseñanza y mi Gloria es al espíritu, y ya el espíritu le mandará al cuerpo. Y el que lo vaya viendo ya va aprendiendo cómo amar lo que no muere, por ser Eterno”.

Desperté, oí:

¡Qué aclaración te dan en Gloria, que te sirve de Enseñanza según la vida que hagas!

Éstos hacen las preguntas sin mala intención, pero viven ignorancia.

El Maestro enseña allí y de allí sale Enseñanza.

Él era Dios y elegía y llamaba al que ya sabía Él que su seguir deseaba.

Lo mismo mujer que hombre, familia cerca o lejana.

El que Lo quería seguir entonces Él le mandaba.

El que pensaba en su Reino, sólo el espíritu actuaba.

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Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C2