En Sueño Profético decían:
Si el hombre creyera en Dios, ya
habrían sido estos Mensajes –dictados en la Gloria– enseñados en todos los
sitios donde se diera enseñanza, y dichos por los Ministros de Dios en las
iglesias, Casa de Dios, siendo un gran escándalo el ver que sus Representantes
sentían la Fuerza
Divina. Al que le llega esta Fuerza, si la calla, es para él
grande condena.
El Mensaje anterior a éste es un
Mensaje que habla de todo lo que el hombre no piensa ni compara, y de que Dios
le da al hombre lo mismo: un cuerpo y un espíritu. Hablaban de muchas cosas más
y hacían comparaciones, pero no son dictadas. Dios dicta lo que el hombre puede
comprender, pero lo que no siente no lo dicta.
Estas Palabras son dichas para
que sean publicadas sin descanso, porque son ya muchos años los que Dios está
hablando en su Gloria, dejando las Palabras dictadas para teólogos y hombres de
ciencia.
Dijo un espíritu que vivió con
cuerpo cuando Dios bajó a la Tierra a vivir con el hombre para que esta
Enseñanza quedara en la Tierra y el hombre no tuviera nunca duda de la
existencia de Dios, y para que cuando pasaran muchas generaciones siguieran
viendo que el mundo no es sólo mundo de cuerpo y Tierra, que es Mundo Eterno,
con nombre de Gloria, y otro nombre, que el pensarlo te hace sufrir con llanto
en tu interior.
Desperté, oí:
Lo que este Caso necesita es gran
escándalo.
Decían en la Gloria, que era para
que el conoce este Caso y ve todos los reconocimientos que tiene, le diera
miedo hacer lo que han hecho.
Se va a decir lo que el día
pasado hicieron: prohibir la entrada al Elegido que iba a ver a un enfermo, que
por creer en él y tener amistad, lo había llamado porque quería verlo.
Y porque sabía que en su ruegos,
muchos milagros Dios le había hecho.
A “los más tuyos” nadie puede
quitarles su sitio, aunque poco los vean a ti juntos.
Porque Dios sabe cuando es querer
hablando y cuando es querer sentido, que es el del espíritu.
Si esto es verdad, tu sentir debe
ser buscar a los que a Dios quieran más.
Porque éstos hacen servicio a
Dios, y Dios gran pago les da.
***
Libro 60 - Dios No Quiere, Permite - Tomo VII - C7
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