viernes, 30 de diciembre de 2022

Haceos niños y entrareis en mi Gloria

En Sueño Profético hablaban en la Gloria unos Discípulos de Dios Hijo, Maestro, como Él quería que Le llamaran sus Discípulos, decían:

"Cuando la Palabra de Dios la llevas dentro de tu cuerpo, el Mando que Dios te ha dado, con alegría, lo vas diciendo. Pero, a veces, esta alegría se cambiaba en sufrimientos. La Enseñanza que nos daba el Maestro nos hacía pensar, después de aceptarla."

Ya dijo Santiago:

Para comprender lo que decía el Maestro nos juntábamos los Discípulos. En los primeros momentos no lo comprendíamos tan bien, hasta que en la mesa, cuando todos nos uníamos, cada uno Le contaba lo que en la calle le habían dicho del Maestro. Había uno que parecía que mucho Lo seguía, y quería hablar al Maestro. Y el Maestro nos miraba para que comprendiéramos cómo era el que Lo seguía y no Lo amaba, ni Lo creía. Éste esperaba a los Discípulos y les hacía muchas preguntas (él y otro que le acompañaba). Había días que terminaban de ver y de hablar con el Maestro y las mismas preguntas se las hacían a los Discípulos.

Ya, una noche estando en la cena, dijo el Maestro estas palabras:

“El que venga a verme y a hacerme preguntas, y luego os pregunte, cuando está haciendo esto ya no es de mi Padre el Mando. Coged las Palabras como Yo las estoy diciendo: El que Me venga haciendo preguntas, después de que a vosotros os las haya preguntado primero, éste ya no entra en el sitio que Yo estoy con mis Discípulos”.

“Estas Palabras son para él y para vosotros. Éstas son con el Mando de Dios Padre: El que conozca mi Presencia, lo que tenga que pedir para no perder la Gloria, si lo pide a mis Discípulos, que sea negado diciendo: Quién te va a dar consejos mejor que Dios Hijo, que vive con Cuerpo, y es el que enseña en el que pregunta creyendo”.

Desperté, oí:

Era hacer mal, el que iba al Maestro haciéndole preguntas que ya se las había hecho a los Discípulos.

El Maestro ya les dijo, a los Discípulos, que a los que a Él conocían y a los Discípulos les hacían preguntas, que contestaran diciendo: “El que hable con el Maestro y a Él lo crea, que a Él se las haga”.

Decían que lo hacían mal al hablar con el Maestro y esperar a los Discípulos para preguntar.

Esto era un mal de los dos:

Del que preguntaba después de hacer preguntas al Maestro, y ya decir otras contestaciones.

Desde este momento, cuando les hacían preguntas a los Discípulos, sabiendo que conocían y que hablaban con el Maestro, la contestación era negada.

Para hacer servicio a Dios tienes que leer el libro que es el espíritu, el libro Eterno, que cuando muere el cuerpo el libro te enseña que, en todos los momentos, Dios puede presentar tu cuerpo.

La carne que Dios me unió, si cuando vivía su cuerpo yo lo quería, hoy lo quiero más, noche y día. Esto es pensar del Elegido con sentir eterno.

Ya se vio en su despacho, con su cuerpo, normal, como cuando copiaba los Mensajes. Su mirada quería dar alegrías, pero no le salía. Ya dijo:

“Ana cuídate, cuídate, que tu cuerpo lo necesita el espíritu para cundir esta Obra, que es al Prójimo, donde está Dios”.

Pon ya todo tu pensar en los que están aquí unidos. Pero primero en la carne que Dios te unió, que en todos los Arrobos, Dios me hace verlo en su despacho.

El que crezca con esta Enseñanza, tendrá en su espíritu síntomas del Cielo. Y puede que llegue a hombre por fuera y con un sentir de ángeles por dentro.

Que estas palabras que se van a decir, Dios Padre las decía:

“Haceos niños y entrareis en mi Gloria”.

“Pero niños por dentro, que por fuera tenéis que ser hombres”.

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Libro 64 - Hechos de Jesús Perdidos, Hoy Dictados en Gloria - Tomo VIII - C8

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