miércoles, 7 de diciembre de 2022

El hombre enseña a la carne y al espíritu abandona

En Sueño Profético decían:

Si no hubiera Gloria, no habría Elegidos. Y si no hubiera Elegidos, pecaría menos el que no creyera en la Gloria. Dios elige para la salvación del hombre y para premiarlo mientras viva con materia.

Los Elegidos por Dios llevan a Dios delante, en sus palabras y en su acción.

Dijo uno:

Los Elegidos son el puente entre esa vida y Ésta. El Elegido, o te quita de pecar o tú presentas tu soberbia en tu carrera, en tus estudios o en tu capital, que al lado de la Sabiduría Divina es matojo en un tejar. Por eso manda esta Gloria que al niño hay que enseñarle que esa es la primera vida y después viene la Vida de Eternidad, donde entregas el cuaderno y te ponen bien o mal. Que el bien te lo ponen si amaste a Dios, si hiciste Caridad, si no negaste el perdón y si del recato no te apartaste aunque te ofrecieran caudal. Si presentas este cuaderno, nota máxima te pondrá, en el Cielo, el Juez Supremo, porque hiciste su mandar.

Desperté, oí:

Haz la Enseñanza del niño,

que sea de adentro hacia fuera,

y siempre verás al niño

haciendo lo que Dios quiera.

El hombre enseña a la carne

y al espíritu abandona,

y luego llega a ser hombre

con los instintos de fiera.

La Enseñanza del espíritu

el hombre al hombre se la niega.

Y pone en primera fila

la enseñanza que no tiene Vida Eterna.

¡Qué importancia le da el hombre

a la cinta del sombrero,

y qué abandono a la cabeza!

¿Se puede llamar cultura

este camino que el hombre lleva?

Es camino de zigzag,

torcido y con grande niebla,

dándole cada día

más valor a la materia.

La cultura material

siente miedo y se avergüenza

cuando llega la vejez

y tiene que entregar cuentas.

El que a la vejez no llegue

y la muerte se presente,

él mismo se clasifica

de necio y de inconsciente.

¡Hombres que niegan a Dios

el niño que nace y crece!

Pues la cultura sin Dios

es animal y pesebre.

El pesebre, lo que queda,

y el animal, lo que muere.

***

Libro 75 - Meditaciones y Palabras Directas con El Padre Eterno - Tomo VIII - C5

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